¡Que difícil es ser Profesor!
Aún recuerdo el día en que me titulé de profesor, las expectativas que tenía: era un sueño cumplido. Recordaba las largas jornadas de estudio junto a mis compañeros, las conversaciones en grupo acerca de las problemáticas de la educación y las soluciones tentativas que ofrecíamos, me sentía destinado a cambiar lo que no me parecía correcto.
En las noticias mostraban la realidad del día a día de los estudiantes y profesores de Chile. Era la época de la revolución pingüina, tiempos agitados. Los alumnos y alumnas de enseñanza secundaria salían a la calle en masa para reclamar por los problemas estructurales de la educación y para exigir cambios.
Los estudiantes vociferaban y decían que no sabíamos enseñar, que se aburrían en la escuela, que éramos poco didácticos, que no los entendíamos, que las clases no eran entretenidas, y así quedaban expuestos los problemas de la compleja relación existente entre profesores y estudiantes.
Yo pensaba que eran épocas de cambio y sentía que desde dentro del sistema podría ayudar a mejorar muchas de estas situaciones. Estaba convencido que los profesores no hacíamos lo suficiente, que no estábamos comprometidos con la educación y con el quehacer propio de la docencia. Quería cambiarlo, quería ser partícipe y miembro activo de este cambio.
Durante mi época de universidad me sentí muy preparado, seguro, capaz… me habían capacitado y convertido en un experto en enfoques de evaluación, tipos de planificación, metodologías, teorías del aprendizaje,Tics, estrategias de enseñanza y didácticas en matemáticas, lenguaje, etc.
Los profesores en la universidad nos convencieron que los docentes debemos ser capaces de lograr motivar a cualquier estudiante por obstinado que fuera. Nos decían que:
- El problema radica en la motivación.
- Que los estudiantes no aprenden porque no están motivados.
- Que nuestro mensaje tenía que llegar a los chiquillos.
- Que los profesores todavía somos conductistas.
- Que tenemos que transformarnos en constructivistas.
- Y que lo ideal era ser un profesor democrático.
Por una parte tenía muchas ansias de trabajar, quería probar lo aprendido en la universidad, mi permanente contacto con la educación me hizo pensar que estaba listo y preparado para enfrentar lo que fuera, las experiencias en las prácticas profesionales habían sido bastante exitosas, no pensaba que podía ser muy diferente el tener a cargo un curso, era solo cosa de poner en práctica lo aprendido e implementar todas las ideas y actividades que había preparado durante los últimos años, y por otra parte, sabía que se estaba viviendo una crisis, los resultados en la pruebas Simce, el aumento de niños con hiperactividad, la desmotivación de los estudiantes, como iban creciendo los índices de deserción escolar y aumentando los problemas referentes a la convivencia escolar; aunque algunos estudiosos de estos temas opinaban que la educación está en una permanente crisis, tenía claro que había que hacer algo, y quizás no más de lo mismo, no repetir los mismos errores que había visto en los docentes y a los que personalmente tanto criticaba, pero finalmente llego el día, me enteré que cerca de mi casa necesitaban un profesor.
Después de presentarme al Director y al Inspector General, la Jefa de UTP me llevó al curso que me correspondía tomar. En ese momento, me enfrenté a la cruda realidad...
Me correspondió reemplazar a una profesora que había jubilado. Recuerdo que se trataba de un Tercero Básico. El curso estaba formado por 47 estudiantes (el curso con más alumnos en la comuna) y su realidad era la siguiente:
- 12 estudiantes presentaban problemas de aprendizaje.
- 5 estudiantes estaban diagnosticados con déficit atencional e hiperactividad.
- No todos los estudiantes sabían leer.
- La mayoría de ellos presentaba grandes dificultades para sumar y restar.
- La mitad del grupo estaba dentro de la categoría que los consideraba Iniciales según los diagnósticos hechos por los especialistas de la escuela.
- Algunos presentaban problemas físicos y conductuales
- Había gran cantidad de estudiantes que no seguían instrucciones.
- Eran usuales las agresiones entre compañeros, auto - agresiones e insultos.
- Los estudiantes no trabajaban solos al momento de realizar actividades.
- La mayoría de ellos no terminaban sus tareas, algunos ni siquiera las empezaban.
- Había estudiantes que se escapaban del colegio.
- Varios padres de estos estudiantes permanecían recluidos por actos delictuales, madres ausentes y abuelos a cargo de la crianza.
- Muchos de ellos provenían de familias disfuncionales, padres y madres sobreprotectores, algunos de ellos más amigos de sus hijos que modelos a seguir.
- Padres y madres que yo imaginaba que no estaban comprometidos con la educación de sus hijos.
- y por supuesto, las cifras indicaban un alto índice de vulnerabilidad.
En la Universidad no me enseñaron a lidiar con esta realidad, tenía planificado para un curso ideal, pero bueno, ya estoy en esto ¿Qué hago para resolver esta situación? ¿Qué estrategia es la más adecuada?, ¿a quién acudo?.
Comencé a probar dentro del aula:
- En principio; me validé gritando.
- Amenacé y castigué a mis alumnos, me transformé en un tirano.
- Puse innumerables anotaciones negativas.
- En varias ocasiones les pedí que salieran de la sala a gritos.
- Envié estudiantes a inspectoría debido a su mal comportamiento ,y los inspectores me los devolvían a las sala.
- Separé alumnos del grupo ,a los disruptivos los sentaba junto a la mesa del profesor.
- Realicé entrevistas con apoderados que no estaban consideradas, incluso fuera de mi horario de trabajo.
- Sermoneé a los estudiantes en clases.
- Puse buenas y malas notas indistintamente; con el afán de motivar a los estudiantes, a los que cumplían con la tarea les guardaba décimas y puntos para la siguiente prueba.
- Dejé sin recreo a estudiantes o al curso completo en algunas ocasiones.
- Di más trabajos para reforzar lo no hecho en clase.
- Hice mis clases más entretenidas.
- Tenía planificación A, B o C… por si algo no resultaba.
- Negocié premios y castigos con los estudiantes. Y cuando no me resultó, volví a negociar… otros premios y otros castigos.
- Realicé estrategias lúdicas para que mis estudiantes se mantuvieran en silencio.
- Use material concreto , el que era utilizado por los estudiantes para jugar y no para lo que tenía pensado.
- Me disfracé para motivarlos.
- Incorporé cada vez mas elementos en la sala de clases con la intención de darle un aire novedoso como instrumentos, títeres, ábacos.
- Di más oportunidades a los estudiantes, fui flexible, repetí pruebas, alteré la escala de evaluación; cambié fechas de entrega de trabajos, etc.
Por supuesto, no todo quedó ahí, ya que:
Fuera del aula:
- Me quejaba con mis compañeros de trabajo por el mal comportamiento de mi curso, pero nadie respondía a mis quejas.
- Comencé a tener conflictos con el equipo de gestión porque mi curso no le hacía caso a nadie, me cuestionaban “no tienes dominio de grupo”, “estas sobrepasado”, “no estás con la camiseta de la escuela” y “parece que no sirves”.
- La jefa de UTP me preguntaba y …“¿cómo estamos para las evaluaciones?”
- Diseñé mis clases con inicio, desarrollo y final, cuidando cada detalle y pasando mis ratos libres ideando la clase perfecta.
- Me volví un experto en Power points y también me capacité en el uso de pizarras interactivas, me preparé y adherí a cuanta estrategia nueva apareciera y las cuales investigaba acuciosamente por internet.
- Trabajé muchas horas fuera de clases revisando pruebas los fines de semanas, e incluyendo a mi familia en este proceso.
- Las condiciones de las escuelas en Chile habían mejorado gracias a proyectos como la SEP (Subvención Escolar Preferencial) y el PIE (Programa de Integración Escolar).
- Las escuelas tenían más dinero para mejorar la infraestructura, mayores recursos para contratar especialistas, comprar libros, materiales didácticos, computadores y otros.
- Los docentes teníamos cada vez más acceso a cursos y capacitaciones en materia educacional (Diplomados, Magísteres, etc.)
Aún así, todo seguía igual.
Un estudio realizado por el investigador Juan Pablo Valenzuela del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile (CIAE) fue presentado durante el mes de Enero de 2014 a la comisión de educación del senado.
El estudio recoge dos conclusiones muy reveladoras:
El 40% de los docentes abandona su labor en las aulas al cabo del quinto año de ejercicio. En esta estadística también están incluidos los docentes de colegios particulares.
Las causas principales de este abandono son el débil liderazgo escolar, el clima de trabajo, las bajas remuneraciones promedio, la cultura escolar, las condiciones laborales, etc.
Gerente general en Consultora y ATE ALPHA
7 añosMuy cierto!
Biólogo, apasionado por la neurociencia educativa y la STEM
7 añosMUY BUEN ESCRITO, PERO SERIA IMPORTANTE CONOCER EL UNIVERSO TOTAL Y LAS COMUNAS ABARCADAS; YA QUE SI EL 40% DE LOS DOCENTES ABANDONA EL AULA A PARTIR DEL 5ª AÑO DE EJERCICIO; EN MENOS DE 15 AÑOS ESTARÍAMOS SIN DOCENTES EN AULA. POR LO QUE ES CRITICABLE EL TAMAÑO MUESTRAL Y EL UNIVERSO DE ESTUDIO PARA HACER ESAS ASEVERACIONES.
Docente Lenguaje, PAES y Bachillerato Internacional. Master en Neuropsicología y Educación. Experto 1
7 añosGracias por compartir tu experiencia. Desde la mía , el ser docente hoy requiere reencontrarse a diario con la vocación que te motivó a estudiar pedagogía. Las dificultades de un sistema educativo inflexible , poco amable y que busca resultados sin importar procesos concretizado en padres que reclaman sin parar por la notas y no por lo que no aprenden sus hijos , alumnos que no quieren estudiar y pretenden tener buenas calificaciones sin esfuerzo y sin frustraciones, directivos que buscan que nos multipliquemos para rendir con el trabajo administrativo, la preparación de clases y evaluaciones , formación de alumnos en el aula y además, obtener los resultados que para el ranking seab considerados buenos. En ese contexto, con miles de deberes y pocos derechos estamos desarrollando a diario con amor y entrega la formación de nuestros futuros adultos. De ahí la importancia de observar a los profesores como ejes esenciales en la construcción social. Por ello, sus pagos , su perfeccionamiento y el respeto social que se les tenga es fundamental para cambiar el estrecho paradigma educativo de hoy en Chile.