¿Quién tiene la culpa?
La importancia del autoconocimiento

¿Quién tiene la culpa? La importancia del autoconocimiento

¿Quién tiene la culpa?

¡Vaya pregunta!

En la vida y en las organizaciones, hoy, el sentimiento de culpa y, especialmente, esa búsqueda de “culpables”, sigue muy vigente…

Y sigue vigente de la mano de esa culpa que tortura, totalmente disfuncional y que, en ocasiones, no nos deja vivir plenamente…

Y hay otro tipo de culpa… Una culpa funcional que nos ayuda a mantenernos íntegros…

Aquí vamos, a revisar qué es ese “algo”. Vamos a revisar qué nos dice esta “luz” que se prende en el tablero de las emociones cuando la culpa se hace presente…

¿Quién me empujó?

Hace muchos años, cuando yo tenía unos ocho, uno de mis primos más chicos estaba aprendiendo a andar en “bicicleta de grandes”. Es decir, sin rueditas.

Era el más chico de 3 hermanos varones y quería mostrar que ya dominaba la técnica de andar en esa “bicicleta de sus hermanos más grandes” … Nos llamó a todos (adultos y primos) para que lo viéramos, con sus apenas 4 años, dominar la técnica: se subió a su pequeña bici (desde ya sin rueditas) y comenzó a pedalear, poniendo distancia, alejándose de nosotros con rapidez… En un momento, cuando ya estaba a unos 15 metros de nosotros, solo, sin nadie alrededor, se cayó de la bici. Inmediatamente se puso de pie, nos miró y muy enojado preguntó ¿Quién me empujó?

Buscaba al culpable de su caída… Y nadie lo sacó de esa mirada.

De este modo es como vamos construyendo a nuestro “acusador” interno quien busca culpables incansablemente. Así es como, desde pequeños, vamos construyendo nuestra relación con la culpa, sin siquiera darnos cuenta. Y, desde esa mirada, nos es difícil comprender el verdadero significado de cada desafío que se nos presenta en la vida. ¡Cuán importante es poder ver esos desafíos como valiosas oportunidades para aprender acerca de la responsabilidad!

El culpador/ acusador

¡Cuántos de nosotros tenemos acusadores/ culpadores internos inagotables y muy bien alimentados!

¡Con qué velocidad se activa este aspecto interno! ¡Aún de adultos!

Y esto se debe a que ese acusador/ culpador se sostiene y nutre a lo largo de la vida, a veces mirando hacia nuestro interior hasta llegar a torturarnos frente algo que hicimos, o que no hicimos, o que dijimos, o que no dijimos…  También, a veces se sostiene a ese culpador quien, mirando hacia afuera, busca y castiga al “culpable” cuando algo sale mal….

¡Con cuánta frecuencia ocurre esta práctica en las organizaciones! ¡Y cuando se busca al culpable, muchos miran para otro lado, de modo que la culpa no recaiga en ellos, sino que golpeé otra puerta!

Y lo que muchas veces ocurre en las organizaciones cuando algo no sale según lo esperado es la aparición de muchos posibles “culpables”, pero nadie se hace responsable… “La culpa es de RRHH…”, “la culpa es de mi jefe…”, “… es de mi colaborador”. Y, desde esa posición, el lenguaje de la víctima, tan bien entrenado, avanza muy rápidamente. ¡Todos se lavan las manos!

¿Qué significa eso? Muy probablemente, que la cultura de la organización no alienta a levantar la mano, desde la vulnerabilidad, para reconocer errores y responsabilidades y así avanzar a la reparación o resolución, con aprendizaje hacia el futuro.

Esta descarga de la que habla Brene Brown tiene mucho que ver con el enojo y con la ira de ese acusador que no sabe conectar con la responsabilidad o ni siquiera puede distinguirla de la culpa.

 Aspectos internos culpador (acusador) y culpado

Conecto ahora con Norberto Levy con su obra La sabiduría de las emociones.

Y desde su perspectiva, como ya lo he repetido en otras ocasiones: ¡somos multitudes!

Sumamos hoy a los personajes ya conocidos (avergonzador/ avergonzado, exigidor/ exigido, miedoso/ juzgador) al aspecto culpador y al aspecto culpado… Ya los he ido mencionado y ahora los presentaré más formalmente…

Generalmente escuchamos al aspecto culpado desde un “Me siento culpable por… “. Quizás, por no haber llamado a mamá anoche, como le había prometido. Quizás por no haber logrado el resultado deseado, es decir que el posible cliente dijera que sí a mi propuesta. O quizás por haberle contestado mal a alguien …

Por otro lado, no solemos percibir a la voz interna culpadora que es justamente la que nos hace ver nuestro incumplimiento respecto a alguna norma…

Y hasta aquí parece todo maravilloso: ¡Contamos con alguien que nos advierte cuando metemos la pata! Y por allí va la funcionalidad de este sentimiento… Si metimos la pata, podemos reparar haciéndonos responsables. Y ya hemos visto que eso requiere transitar nuestra vulnerabilidad: levantar la mano y decir, por ejemplo, me equivoqué…

Ahora bien, ¿siempre tenemos responsabilidad?

Hay situaciones en las que tenemos responsabilidad y en las que, por ende, sí podemos llevar adelante acciones para reparar. Por ejemplo, si considero que le contesté mal a alguien ya que levanté la voz, puedo pedir perdón. Lo mismo si no llamé anoche a mi madre, incumpliendo así una promesa. Puedo llamarla a la mañana y explicarle lo ocurrido, pidiendo disculpas.

Como veremos más adelante, hay ocasiones en las que no hay responsabilidad y sin embargo, sentimos culpa… ¿Qué pasa allí?

¿Qué hace que este sentimiento de culpa tenga tan mala prensa?

En este punto es necesario conocer un poco más acerca de esta relación culpador/ culpado y, sobre todo, acerca del otro componente importante que se pone en juego: es nuestro código interno, código que contiene nuestras normas internas…

¿Normas internas? Sí. ¡Todos las tenemos! Las hemos ido incorporando en nuestra infancia en la familia, la escuela…

Ahora bien, ¿con qué frecuencia las revisamos?

¿Todas siguen vigentes?

Seguramente nunca las han revisado. Y seguramente muchas han caducado o requieren contextualizarlas en un mundo tan cambiante.

El punto a tener en claro es que mi aspecto acusador/ culpador se asume como el “guardián” de ese Código…  Si es inmaduro emocionalmente, como suele decir Norberto Levy, considera que ese código es INTOCABLE, es decir, que deberemos cumplirlo a toda costa “al infinito y más allá”. Y, cada vez que incumplamos una de esas normas, se encargará de advertirnos. Este es uno de los puntos que puede llevar a la culpa disfuncional.

La forma en que advierte también puede contribuir a que veamos a la culpa como una tortura. A veces lo hace (y si no aprende, lo seguirá haciendo) de manera muy poco amigable… Y eso es, justamente, otra parte de la disfuncionalidad de este sentimiento de culpa…

Por ejemplo, hice todo lo que me era posible en la presentación de la propuesta de capacitación al potencial cliente (y quizás más…) y, sin embargo, no alcancé el resultado deseado… Es decir, no logré que ese cliente la aceptara. Quizás presenté una buena propuesta, pero otras fueran superadoras en esta ocasión. Me hice responsable. Sin embargo, como ya he señalado muchas veces, alcanzar un resultado depende de múltiples factores y no solamente de nosotros…

¿Qué hace que aparezca culpa en esta situación? ¿Cuál sería en este caso la norma que incumplí? Puede haber allí mucha exigencia y alguna norma interna que esté expresando mi aspecto exigente y que dice “lo tenés que lograr cueste lo cueste” …

¿Qué hacemos con este sentimiento de culpa?

La culpa será funcional siempre que el culpador me advierta sin castigarme acerca de la trasgresión de una norma y eso me permita reparar y resolver con responsabilidad, desapareciendo por ende este sentimiento…

Entonces, la madurez emocional del culpador es fundamental: advierte, pero no castiga. Veamos algunos condimentos más que caracterizan a la culpa funcional.

Un punto interesante, volviendo a nuestro código de normas, es que, al sentir culpa, podemos descubrir que alguna norma ya no tiene valor para nosotros… Un culpador maduro emocionalmente, por ende, es flexible frente a las normas, comprendiendo que algunas ya no están vigentes o que requieren ser actualizadas… Puede así consultar al aspecto culpado para resolver la cuestión… ¿Quién mejor que él, que es el que lleva adelante la acción, para la revisión conjunta de las normas?

Se despliegan así buenas conversaciones entre ambos aspectos y enormes aprendizajes frente a los desacuerdos que pudieran existir en sus miradas…

Recuerdo que durante la época que salía a correr con amigas los domingos, sobre 11:30, cuando llegaba la hora del cafecito posterior a la actividad física, yo comenzaba a inquietarme y me sentía incómoda. Decidía volver a casa “por la hora…”.¡Sentía que se hacía tarde!  Pero, ¿qué tenía que hacer específicamente en casa? Con el tiempo comprendí que sentía culpa, que me sentía culpable. Un día me di cuenta que durante toda mi infancia y adolescencia, teníamos la norma de almorzar en familia los domingos. Debíamos estar a las 12 en casa de mis abuelos para comer todos juntos… A pesar del paso de los años, esa norma seguía vigente en mi cabeza. Con mis hijas pequeñas la seguí cumpliendo (aunque ya no con los abuelos): almorzábamos a las 12 los domingos.  Cuando mis hijas crecieron y yo empecé a correr con amigas, se activaba esa norma cerca del horario, más allá que mi encuentro familiar con mis hijas ya grandes era en rigor, por la noche…Descubrí así que esa norma ya había caducado y que podía disfrutar de ese cafecito con amigas “sin culpa alguna”.

Cuando el sentimiento de culpa se hace tedioso o torturante y nos inunda, pero no conduce a la posibilidad de reparar, será claramente culpa disfuncional… ¡Muy incómoda!

Aprendizajes relacionados a la culpa

Nuestro culpador inmaduro emocionalmente necesita aprender que castigando al aspecto culpado por su trasgresión a una norma no logrará resolver… Quizás, por el contrario, el culpador se termine revelando a las normas frente a tanto castigo… ¡Aparece el rebelde!

También necesita aprender que el código puede ser actualizado tantas veces como sea necesario…

El culpado, por su parte, necesita comprender que es valiosa la información que el culpador nos trae cada vez que incumplimos una norma elegida y consensuada: mantenernos alineados a nuestros valores a través de nuestro accionar hace que nos sintamos íntegros y que ganemos confianza…

También, si ese culpado viene muy maltratado por el culpador, necesita aprender a expresar sus necesidades y puntos de vista sobre las normas, que a veces están cristalizadas y son tan rígidas que es muy poco probable poder cumplirlas.

Todo este aprendizaje en el vínculo y en cada uno de los componentes de esta culpa disfuncional, nos permitirá comenzar a “dar la cara y dejarnos ver” … Y a hacernos responsables, cuando corresponda, saliéndonos de la posición de víctima.

Aprendizajes relacionados a la culpa

Nuestro culpador inmaduro emocionalmente necesita aprender que castigando al aspecto culpado por su trasgresión a una norma no logrará resolver… Quizás, por el contrario, el culpador se termine revelando a las normas frente a tanto castigo… ¡Aparece el rebelde!

También necesita aprender que el código puede ser actualizado tantas veces como sea necesario…

El culpado, por su parte, necesita comprender que es valiosa la información que el culpador nos trae cada vez que incumplimos una norma elegida y consensuada: mantenernos alineados a nuestros valores a través de nuestro accionar hace que nos sintamos íntegros y que ganemos confianza…

También, si ese culpado viene muy maltratado por el culpador, necesita aprender a expresar sus necesidades y puntos de vista sobre las normas, que a veces están cristalizadas y son tan rígidas que es muy poco probable poder cumplirlas.

Todo este aprendizaje en el vínculo y en cada uno de los componentes de esta culpa disfuncional, nos permitirá comenzar a “dar la cara y dejarnos ver” … Y a hacernos responsables, cuando corresponda, saliéndonos de la posición de víctima.

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Marcia Kent

Docente Instructor en Escuela de Formación de Líderes. ACC Coach Ontologico Profesional. Director Depto. Ingles Children´s School-Boston College

7 meses

Un temón que moviliza ....una de las emociones que nos saca de ese lugar tranquilo porque molesta, tortura, resiente No hemos, como bien decís, aprendido a sobrellevarla desde nuestra vulnerabilidad.... Gracias Claudia por ayudarnos con tanta claridad, profundidad y empatía a pensarla desde lugares diferentes....

Mauro Bolatti

Coach Ontológico ACC – ICF I Desarrollo personal I Liderazgo I Acompaño en procesos de cambio I Facilitador I Comunicador

7 meses

Un gran tema que, desde mi punto de vista, de una u otra manera nos interpela a todos. ¿Quién no ha sentido culpa nunca jamás? Muy buen artículo, para transformar la culpa que tortura en la culpa que repara. Un abrazo, María Claudia Degrossi. Que hagas un buen domingo.

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