No te tomes una Aspirina cada vez que te duele la cabeza.-
Estas últimas semanas, varios medios de comunicación han mostrado un frenesí, ya indisimulado, para poner de evidencia la inseguridad en Barcelona.
Además del hecho objetivo de reconocer los crímenes violentos (me pregunto porqué se trata de forma distinta los crímenes de violencia de género y en estos casos no se habla de inseguridad ciudadana) no privativos de Barcelona, y se llega a afirmar que, desde el 17 de agosto de 2017 (fecha del atentado de las Ramblas, más de una decena de alertas terroristas se han registrado en la Ciudad Condal, no muchos se hacen la pregunta: ¿porqué ocurre justamente ahora?
Aparte del frenesí oportunista, una vez más, en mi opinión, no se afronta la raíz de todas estas situaciones (Open Arms incluido).
Cuando un número suficiente de ciudadanos perciben que su futuro va a ser peor que su presente o que su pasado, cuando las guerras y la desesperanza expulsan a cientos de miles de personas hacia lo que creen El Dorado y se dan cuenta que no lo es, cuando las mujeres de los países civilizados ya no paren como antaño… ¿a quién debe importar el futuro?
Ayer, bajando del autobús en la parte alta de la Diagonal de Barcelona, mientras esperábamos mi esposa y yo el verde para cruzar, una persona de aspecto desaliñado, enjuto, sucio, con ropas rastrosas, voz cascada quizás por el tabaco y el alcohol, gritó a nuestra espalda y a todos los que quisieran oírle: ”todos chupáis del bote y no soltáis un euro”. No era inmigrante.
La violencia ciudadana, enfatizada o no, la doméstica, selectiva o no, las guerras de oriente medio (Israel como catalizador), el descontento… se palpa.
En España, no es un problema de manteros, ni de inmigrantes: es un problema social, donde tener trabajo ya no evita la pobreza y donde, cada vez menos acaparan más riqueza, cada vez hay menos hijos por los que esforzarse, más personas que se sienten engañadas y frustradas ante los cantos de sirena del mundo desarrollado.
Cuando era niño, en el barrio, entonces obrero, de Sants, los que no podían ir de excursión a Vallvidrera o de vacaciones, salían “a la fresca”. Sacaban sus sillas sobre las estrechas aceras o en la calzada y charlaban, se relacionaban, se conocían,…se querían.
No había IVA, ni supers, ni hipers, ni cadenas de tiendas de ropa. Había colmados, carnicerías, fruterías, mercados de barrio (el tan cacareado Km0, vaya), pequeño comercio, médicos que venían a casa con una sonrisa y a los que mis padres les regalaban un modesto presente por Navidad que agradecía aquel casi con rubor.
La gente hablaba de sus hijos, de lo que iban a hacer , a estudiar o trabajar, de lo que permitiría que tuvieran una vida mejor que ellos (o eso esperaban) y se hacían esfuerzos y sacrificios para que ello fuera posible, donde una mala palabra en el campo de fútbol era inmediatamente recriminada con un “cállese usted que hay niños”, donde los jóvenes cedían su asiento en los transportes públicos a los mayores y les ayudaban a cruzar la calle, si era preciso. Hoy, poco o nada de eso existe. No hay tiempo: las cónsolas, los Whatsapps, las apuestas telemáticas, drogas de diverso tipo… La falta de trabajo con salarios decentes (que permitan a un trabajador joven emanciparse o a los menos jóvenes salir de su pobreza ya endémica en muchas personas. . Por no haber, no hay ni “fresca”.
¿Había cuchilladas? Claro que sí, alguna vez, resultado de peleas al salir de la sala de fiestas o para robar (exactamente igual que ahora).
Entonces: ¿Qué ha cambiado? ¿Cuál es la raíz del descontento y malestar social? La percepción de que:
1- tener un trabajo no les garantiza no caer en la pobreza, a pesar de que nunca hubo tanta formación entre los jóvenes como ahora, ( muchos piensan que no vale la pena salir de este circuito diabólico porque no hay salida, ya se sienten parias sociales) y
2- el futuro que me espera es peor que el presente que vivo, (nada vale la pena: cambiar es ir a peor).
Con estas premisas en la mente, ¿creemos que lo que ocurre es coyuntural? ¿Tienen la culpa la Colau o el Procés?
No se trata de volver atrás: se trata de que los gobiernos de los países desarrollados, cuya misión debería ser crear un marco jurídico social para procurar el bienestar del mayor número posible de sus ciudadanos, frenen de una vez al caballo desbocado del liberalismo capitalista donde el Humanismo ( Ética y Ecología) no solo es obviado sino burlado y violado mediante triquiñuelas, artilugios legales o no, y cuyo único fin es el de amasar cada vez más y más riqueza.
La literatura de todos los tiempos explica que los judíos y los masones eran especialistas en acaparar riqueza. Hoy Israel es un estado con armamento nuclear que, a pesar de las resoluciones de la ONU, no deja de anexionarse terrenos, a costa de los palestinos. Hay lobbies judíos de relevancia económica clave por todo el mundo desarrollado, salvo en oriente. En el Este del Mediterráneo se vive un estado de tensión que mantiene enconado el conflicto religioso social y alimenta el descontento de millones de ciudadanos.
¿Cuál es el final? No lo sabemos; si sabemos que hoy hay más violencia entre personas…y más propagandistas y populistas que acusan de este malestar a las facciones políticas o raciales, según convenga, en lugar de ir a la raíz de todas estas desgracias. Estos medios de comunicación propagandistas que echan gasolina a cualquier conflicto para vender más y enconar el ánimo del ciudadano generando frentismo.
La falta de Ética y Ecología son los causantes de este estado de cosas. El capitalismo liberal desenfrenado en sus distintas facetas y su objetivo extractivo monocorde, se encargan del resto.
Y como la riqueza, al igual que la materia, no se crea ni se destruye, si no que se transforma, el desarrollo de otros (China y países emergentes) lo es y lo será en detrimento de los más desarrollados…excepto para aquellos individuos de los países desarrollados que ya no tienen raigambre ni dignidad y que, con sus cuentas numeradas en paraísos fiscales, les trae al pairo algo que se llama Humanidad.
¡Voceros propagandistas de medios de comunicación: a estos verdaderos desarraigados sociales envueltos en sus banderas nacionales son a los que hay que neutralizar, pues son los responsables, y no otros , de la deriva que está tomando el entorno en el que vivimos la mayoría de las personas!
Si no se les neutraliza, la próxima conflagración será mayor…y quizás definitiva.