Un (des)empleo para toda la vida
A estas alturas de la película, decir que el mercado de trabajo español es profundamente ineficiente seguramente os parecerá quedarse muy, muy corto. Nuestro empleo depende del ciclo: cuando las cosas van bien crece mucho pero cuando van mal se destruye con una intensidad inédita en una economía de nuestro tamaño. Para cambiar esto, se han aprobado unas cuantas reformas procíclicas (léase laborales), pero el resultado ha sido bastante decepcionante. No solo no se ha corregido la volatilidad sino que se ha deteriorado: hoy tenemos más ocupados que nunca, pero la tasa de paro es cuatro puntos superior a la de 2007. ¿En qué nos hemos equivocado?
Esta semana, a Javier Díaz Giménez y a mí nos preguntaron en Ergon Conversa qué haríamos si fuéramos ministros de Trabajo y si algo queda claro del documento sonoro que comparto es que a cualquiera que se dedique a pensar mínimamente en estos temas se le ocurren decenas de ideas. Tantas como problemas siguen sin resolverse.
Y esto vale también para los legisladores: los políticos y funcionarios que al final toman las decisiones. Es injusto acusarles de estar desconectados del mundo real, pero el monstruo con el que les toca lidiar es demasiado grande. Y burocrático. Además, cada época pone de moda diferentes ideologías y recetas reformistas que cuando pasan del eslogan, el titular o la tertulia al papel del BOE y de ahí a la realidad de empresas y trabajadores, parecen fracasar estrepitosamente. Esta semana os cuento la historia de una de ellas: la flexiseguridad.
¿En qué consistía la ‘flexiseguridad’? Para la mayoría de la gente, significaba “funcionar cómo funcionan los alemanes o los estadounidenses”. Pero en la práctica pivotaba sobre la idea de que para contrarrestar la rigidez del mercado laboral español y abrir la puerta al empleo de los jóvenes había que flexibilizar las condiciones de los trabajadores de mayor antigüedad.
Fue uno de los planteamientos rectores de las reformas laborales de 2010 y, especialmente 2012, y sus ecos llegan a la que se ha puesto en marcha en 2022.
La Gran Retención
Analicemos la situación actual. Desde mediados de 2021, la 'Gran Dimisión' se ha convertido en el término de moda en el ámbito laboral en todo el mundo, incluida España. Pese a que, en este tiempo, el número de trabajadores que llevan más de seis años sin cambiar de trabajo no ha dejado de crecer y supera ya los 10,8 millones de ocupados. El 53% del total.
Que los trabajadores españoles apuesten por mantenerse en el mismo empleo el máximo tiempo posible no deja de parecer una obviedad en un mercado laboral determinado por la volatilidad entre personas que empiezan y dejan de trabajar cada trimestre a una tasa muy superior a la de la media europea.
Y va al alza tras la crisis pandémica: de hecho, el número de trabajadores que llevan entre 3 y 5 cinco años en el mismo empleo es el segundo grupo más numeroso y también marca máximos históricos con 3,1 millones de personas, un 15,4% del total del empleo.
Pero ojo: estos datos no solo suman una estadística más a las muchas que ya muestran que en España no se aprecia una 'Gran Dimisión' de trabajadores con contrato fijo que de la noche a la mañana dejan su puesto estable para encontrar uno mejor.
Lo cierto es que la lectura profunda de la serie histórica ilustra el fracaso de uno de los principales argumentos que ha justificado las reformas del mercado laboral durante los últimos tres lustros.
Diagnósticos y recetas
El término flexiseguridad, repetido hasta la saciedad en todos los debates políticos en la década entre 2008 y 2018, resume su tesis en que la principal razón de la vulnerabilidad del empleo en tiempos de crisis, era la rigidez que provocaba un modelo que apostaba por el empleo "para toda la vida" antes que el progreso y la movilidad profesional.
Esta dualidad explicaba la brecha de protección entre trabajadores con contrato indefinido y temporales, aunque no se limitaba a ella: un fijo que lleva dos años en el mismo trabajo no tiene la misma protección ante el despido que uno que lleva diez años.
Esta dualidad no siempre juega favor de los más veteranos. La incertidumbre del mercado laboral y la falta de expectativas invita a los profesionales a aferrarse al mismo puesto donde, además, generan beneficios por antigüedad.
Pero esto puede lastrar su desarrollo profesional por no actualizar sus competencias al no pensar en buscar otras oportunidades y, lo que es peor, más expuestos al paro de larga duración si finalmente se produce un despido. Porque, de paso, con esta filosofía se extendía la idea de que los ‘seniors’ eran menos productivos.
En las primeras fases de una crisis, como la que estalló a mediados de 2008, daba la impresión de que estos veteranos estaban prácticamente 'blindados', mientras sus compañeros estaban sometidos a una espiral de precariedad y rotación laboral y despidos más baratos.
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¿La razón? Era mucho más barato desprenderse de un trabajador temporal o despedir a los indefinidos que llevaba poco tiempo trabajando. Y las empresas que tenían que hacer ajustes forzados por las circunstancias, empezaban por ellos.
¿Cuál era la solución? Flexibilizar las condiciones de los trabajadores más antiguos para facilitar la contratación de los nuevos. Esto se tradujo en varios tipos de propuestas, empezando por el contrato único. Las soluciones finalmente adoptadas por los Ejecutivos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy no llegaron a tanto, pero tenían algo en común: contemplaban un abaratamiento del despido para, supuestamente, quitar el miedo a contratar.
La idea era acercar a España a referentes de otros países con un mercado laboral mucho más dinámico. El culmen, en este sentido, es Estados Unidos, donde la estabilidad en el empleo parece menor (la mitad de los trabajadores lleva menos de 4 años en el mismo puesto) pero se anota una tasa de paro casi tres veces inferior a la española.
¿Dos veces en la misma piedra?
El problema es que este diseño se aprobó en mitad de una crisis financiera que estaba destruyendo millones de puestos de trabajo. El Gobierno argumentaba que estos cambios se verían compensados porque la recuperación aceleraría la contratación y el aumento de las oportunidades, pero con una menor dualidad y rigidez en el empleo.
Pero según avanzaba la creación de empleo quedaba más claro que se recuperaban las mismas pautas anteriores a la reforma.
Algo que se aprecia mejor en este gráfico al comparar la serie histórica referida al primer trimestre de 2008 como punto cero: la única franja de trabajadores que ha recuperado e incluso rebasado los niveles previos a la crisis financiera son los que llevan más de seis años en el mismo puesto.
Sin embargo, aquellos que acumulan entre uno y tres años en el mismo están por debajo de las cotas alcanzadas justo antes de la crisis financiera. Esto implica que el empleo generado en los últimos años ha sido más volátil, lo que ha llevado a que la dualidad entre las plantillas se mantenga.
De hecho, el comportamiento durante la crisis provocada por la pandemia repite, aunque concentrado en un periodo de tiempo mucho más reducido, un patrón similar al de la crisis financiera, con los trabajadores que llevan más de seis años prácticamente sin variación y los que llevan menos de seis meses sujetos a una volatilidad exagerada.
Eso sí, hay una diferencia: hay un peso mayor del paro de mayores de 45 años y de prejubilados (no confundir con jubilados anticipados) derivados del alto volumen de despidos colectivos. Y esto hace que el paro de larga duración se haya enquistado pese a la recuperación del empleo.
La explicación es sencilla: aunque la reforma de 2012 actuó sobre el coste del despido, no modificó lo suficiente la contratación para fomentar la indefinida o restringir el abuso de la temporal. Ya fuera por la parálisis política a partir de 2016 o la complejidad de elaborar una nueva reforma laboral, este paso no se dio hasta 2021, con un Gobierno de muy diferente color político. Y en ella, aunque parezca que no, también vuelve la flexiseguridad.
El 'contrato único' de Díaz
Porque la norma pactada con patronal y sindicatos por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Unidas Podemos), pese a que sigue bebiendo de las tesis de la flexiseguridad, aunque desde un enfoque diferente al de sus predecesora Fátima Báñez: no toca ni a la baja ni al alza el coste del despido, pero elimina modalidades temporales y pone el foco en reforzar la contratación nominalmente indefinida. Una fórmula que a muchos les recuerda al 'contrato único'. O, mejor dicho, a las críticas que se le hacían para desvituarlo.
La reforma que ha entrado en vigor este año se sostiene en minijobs (los contratos fijos discontinuos) que modulan el concepto de indefinido hasta hacerlo muy poco diferente de un temporal, más allá de la indemnización en caso de despido. De hecho, si este no se produce es más barato para la empresa mantenerle encadenando periodos de alta y baja que contratar temporales. Otra cosa es que el trabajador considere que eso es estabilidad.
De hecho, hace unos días, unos de los principales defensores del contrato único “puro”, el investigador de Fedea Marcel Jansen, ironizaba con las 'excepciones' que contempla la nueva ley laboral para ciertos sectores (incluso con nuevas justificaciones de despido en el caso de la construcción), que no se diferencian demasiado de la propuesta que el propio 'think tank' formuló hace años y que fueron recogidas por formaciones como Ciudadanos. Todo ello con escaso éxito.
En cualquier caso, aunque aún es pronto para ver el impacto, los expertos son escépticos sobre los resultados de esta neoflexiseguridad. En parte se debe porque la volatilidad de los indefinidos se ha disparado, impulsado por los fijos discontinuos, a niveles que recuerdan a los de los contratos temporales. Y de hecho está frenando el incremento de la contratación fija impulsada por la norma.
Por otro, recuerda que la negociación colectiva sigue apostando por premiar la antigüedad, lo que mantiene la dualidad. Y, por supuesto, la economía española no genera un cauce de ofertas laborales que impulsen la movilidad voluntaria de los trabajadores. La coyuntura económica no augura que esto vaya a cambiar en el corto ni medio plazo.
Esto es todo por hoy. Nos leemos en siete días y mientras tanto en elEconomista.es
Fundadora y CEO Grupo Noa's ETT, Formación , desarrollo organización y selección de personal . Amante de las personas , conectamos “ Talento y Empresas”
2 añosLlevo en el sector de la contratación temporal desde que se publicó la Ley 14/94 de ETTS . Esta reforma hecha por comunistas e ideologías extremas , es la que más economía sumergida ha creado , más paro juvenil y más ERTES /ERES . La rigidez hace que las empresas no contraten y la desmesurada protección al desempleado y las ayudas , hacen que las personas en desempleo no quieran trabajar. Sobran palabras . Hechos. Mi grupo hará un ERTE , gracias a la Reforma laboral.
Ejecución 360 de la Preparación y Puesta en marcha Nuevos Negocios y Proyectos empresariales | Formador | Autor | Promoviendo la Ejecución Efectiva y la Creación de Valor Sin Humo | Candidato PhD Economía |
2 añosCuando el 95% de las empresas son pymes, y cuando la productividad por procesos y VAB de los productos/servicios producidos es bajo, el coste laboral total es casi la única variable que queda por tocar para tratar de mejorar la productividad (cuando no sabe, o no se puede, o no se quiere mejorar por procesos y estrategias). En mi humilde opinión, y tal vez equivocado, de media el problema central generalizado es de productividad y valor añadido. Mientras no se ataque eso a L/P, todo lo demás serán parches... PD: el.coste laboral total de un contrato de 10 años de duración en suiza, es mucho mayor en términos nóminales que otro igual en españa, a pesar de que no existe indemnización por despido obligatoria en suiza. Sin embargo, es mucho menor en términos relativos con respecto al importe producido por la empresa suiza (Producto + procesos + márgen) que su equivalente español con indemnizacion incluída, con respecto a la producción de la española.
Gestor Comercial. Estrategias de ventas. Especialista en negociación, fidelización de clientes y optimización de procesos comerciales. Mi objetivo es seguir impulsando resultados en entornos dinámicos y desafiantes.
2 añosJavier Esteban, las reformas laborales no sirven para crean empleo, ni tampoco para mantenerlo, son meros parches. El empleo lo crean las empresas y sobre todo la industria, al generar mucho flujo de capitales, inversiones, exportaciones, empleo directo e indirecto; el problema es que España renunció a este sector secundario, apostando exclusivamente por el terciario desde la transición española, en este sector el empleo es muy estacional en algunos sectores, con mucha precariedad y temporalidad. https://acortar.link/9co49L La flexiseguridad ha funcionado en países industrializados, con pleno empleo, con unos servicios públicos de empleo que funcionan, un sistema educativo exigente, no existe la negociación colectiva, se apuesta por la individual, algo impensable en España al ser un derecho constitucional (art. 37.1), una formación para el empleo adaptada a los nuevos tiempos; Dinamarca es un ejemplo al respecto aunque es un país muy pequeño en extensión y población, no llegan a los 6 millones de habitantes. https://acortar.link/tiPeJm Todo esto en España es inviable comenzando por la mentalidad del empresario español, sin generalizar porque hay excepciones. Es una humilde opinión más, entre las muchas he habrá.
Presidente de ASEMPLEO. Asuntos Públicos. Regulación del sector de Servicios para el Empleo. Diálogo Social.
2 añosUn análisis certero, riguroso e intelectualmente honesto, Javier Esteban . Lástima que las políticas de empleo, como sucede con otras como la educación, la sanidad o la asistencia social, se vean, con frecuencia, interferidas por la ideología y el cortoplacismo electoralista. Sin partir de una visión integral que considere las necesidades y posibilidades del tejido productivo y del desarrollo de las personas.
Ingeniero y directivo en sector de la Energía ▶️Proyectos de internacionalización ▶️Planificación y Recursos | Profesor universitario ✦ PhD 🎓 ✦Presidente de ACTIVOS de GRAN EXPERIENCIA
2 añosPor un despegue suave y flexible de la vida activa. Y siempre compatibilidad trabajo-pensión para los que quieran, puedan y les quieran.