Cien días son pocos...

Cien días para que una organización como lo es la Administración Pública Federal se adapte a sus nuevas circunstancias son pocos. Primero está la parte normativa: A la definición de una nueva estructura organizacionál hay que sumarle la definición de qué funciones va a hacer una subestructura y así sucesivamente hasta llegar a la ventanilla que atiende al público. Segundo, está la parte de reclutamiento, capacitación y adiestramiento de los nuevos cuerpos burocráticos y de reorientar a los que se quedaron con el cambio de gobierno; Tercero está la parte presupuestal que condiciona a las dos primeras; Cuarto, está en el liderazgo que las cabezas de cada organización le vayan imprimiendo a toda la estructura organizacional; Quinto lugar, la dinámica que se le va imprimiendo a las relaciones de poder y liderazgo dentro de la estructura burocrática. En organizaciones abiertas, con jerarquías achatadas, la organización trabaja a partir de la creación de células muy bien definidas , con objetivos muy precisos y concretos. En organizaciones piramidales como lo es el gobierno Federal, las decisiones llegan por goteo a sus detinatarios, lo que impide que las reacciones ante el entorno sean eficaces, eficientes y congruentes. Cuesta mucho trabajo mover al pesado elefante que tenemos en la sala de la casa. Por eso en el caso del nuevo gobierno, se verán apenas resultados tangibles y concretos, hasta pasada la mitad de 2019, donde la máquina gubernamental se moverá en el camino que la Gran cabeza se le vaya ocurriendo. Ahorita tenemos pinceladas de lo que será el nuevo gobierno, tres meses son pocos pero muchos si lo que hemos visto hasta hoy es representativo de los próximos cinco y medio años que le faltan.

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