Desintermediación Política
La desintermediación, entendida como la eliminación de los actores que relacionan dos o más partes, se ha desarrollado exponencialmente en distintas áreas del quehacer humano. El factor tecnológico ha permitido este fenómeno, que se ha hecho explosivo a través del auge de las redes sociales. Así por ejemplo, hemos logrado crear realidades inminentemente distantes de lo que son los hechos objetivos u esenciales, tanto como para denominarlos la verdad tras a la verdad. La Posverdad, que en la práctica no dista mayormente de lo planteado por Humberto Maturana en cuanto a que con el uso del lenguaje, como medio de comunicación, permite construir realidad; por tanto, ese devenir ontológico –en palabras de Echeverría- terminan por intervenir en la realidad objetiva. Aparentemente objetiva.
Hay que considerar, además, que la desintermediación corresponde a un proceso continuo de perfeccionamiento de las relaciones sociales. Lo que ayer era exclusividad de quienes se trasladaban físicamente de un lugar a otro, hoy es patrimonio de todos. Así, fue como le llegó su turno al conductor de carruajes, vendedores viajeros, telegrafista, operadoras telefónicas, junior bancario, y todas aquellas profesiones u oficios que fueron susceptibles de ser reemplazados por sucesivos cambios tecnológicos. También ha impactado en los medios de comunicación masivos; en tiempos de streaming, resulta natural la crisis de los canales de televisión, que se ha convertido en producto de nicho.
Desde la revolución francesa en adelante, se dio pie a una forma de gobierno representativo, y transcurridos los años, a lo que hoy denominamos democracia representativa.
A través de un número acotado de representantes, nuestro poder político se personifica y luego se manifiesta en entidades e instituciones creadas para ese fin. Si bien, hay elementos jurídicos, sociológicos y políticos, como define Giovanni Sartori, que permiten configurar la representación política, no deja de perderse el sentido esencial de ésta, como mecanismo que permite relacionar intereses predominantes de unos ciudadanos, segmentados territorialmente en la mayoría de los casos, ante otros que también son representados por un intermediario.
La crisis de representatividad, popularidad y prestigio de los partidos políticos, así como los políticos propiamente tal, tiene que ver mucho con lo indicado precedentemente. La exclusividad de representar a determinados grupos de ciudadanos, ya no es propia de un político de carrera, como ocurría en antaño. No hay atributos especiales ni distintivos de los representantes, por sobre los representados. Pareciera entonces más fácil entregar esa representación a quien parezca ser más próximo a mi forma de vivir y de entender la sociedad; cuestión que ha ocurrido en gran medida y de manera creciente en nuestra democracia.
La desintermediación política, al menos en teoría, es perfectamente posible. Y esto, nos llevaría a una obsolescencia de los cargos de representación, tales como los parlamentarios. Claro, faltan algunos años, quizás muchos para que ello ocurra, pero la tendencia es evidentemente en esa dirección. Probablemente continuemos viendo más y más consultas ciudadanas, referendos populares y decisiones políticas electrónicas.
Parlement & Citoyens fue el nombre de la plataforma tecnológica que conecta políticos y ciudadanos en Francia desde 2013. No tuvo el alcance proyectado inicialmente, a pesar de continuar funcionando, sin perjuicio de lo cual, nos da algunas luces de los alcances futuros de estas iniciativas.
Una nueva forma de democracia directa se encuentra en desarrollo. Aparentemente llegó para quedarse. Su velocidad de desarrollo ni siquiera depende de si misma, está entregada a los tiempos de evolución y obsolescencia tecnológica.