EL IMPUESTO SOBRE SUCESIONES Y DONACIONES: versión oficial vs versión prohibida.
Tal y como indicaba en el último artículo, comienzo ahora una serie de artículos basados en el libro: “EL LIBRO PROHIBIDO DE LA ECONOMÍA” de FERNANDO TRIAS DE BES. En estos artículos comenzaré con el texto introductorio original del libro (versión oficial/versión prohibida), para luego realizar un artículo de opinión.
ARTÍCULO
Versión oficial: el impuesto sobre Sucesiones y Donaciones es un tributo que grava la renta que produce la aceptación de una herencia o de una donación.
Versión prohibida: es un impuesto mediante el cual, pasadas varias generaciones, todo acabaría siendo propiedad del Estado.
Cada vez que hablamos de impuestos, el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones es el que más controversia genera. Tanto en su versión inter vivos (donaciones) como en su versión mortis causa (donaciones). A todo ciudadano de nuestro País le parece un impuesto injusto. Desde luego, la respuesta a si es injusto parece clara: es un impuesto injusto. Y lo es porque durante toda la vida los contribuyentes han estado pagando impuestos sobre la renta. Por tanto, es razonable pensar que gravar de nuevo una renta ya gravada de antemano no parece lo más lógico. Otra cosa es que sea un impuesto “necesario” en lo que a la recaudación que aporta se refiere. Esto ya es cuestión de análisis por el Ministerio de Hacienda.
¿Pero qué es lo que hace que sea realmente un impuesto injusto? El hecho de que la renta está gravada con tipos impositivos bastante elevados, tanto en el IRPF como en el Impuesto de Sociedades. No olvidemos que el tramo más bajo del IRPF en España está gravado al 24%, pudiendo llegar al 47% para las rentas más elevadas. De igual forma, el tipo general del impuesto de Sociedades es del 25%. Por tanto, cuando a lo largo de su trayectoria gravas los beneficios de una empresa y las rentas obtenidas por los ciudadanos con tipos tan elevados, no es justificable aplicar el impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. En este sentido, es un impuesto que, en mi opinión, debería suprimirse o reducirse al máximo porque solo persigue un afán recaudatorio.
Si el caso fuese distinto, es decir, la carga impositiva por rentas y beneficios fuese mucho más baja, podría ser justificable gravar las donaciones o las sucesiones con un Impuesto. En este caso, gravando la renta mucho menos a través del IRPF y permitiendo a las empresas reinvertir beneficios en vez de pagar esa carga fiscal elevada al fisco, se estaría premiando el disfrute en vida y el éxito empresarial y se gravaría una vez que se produjese el fallecimiento de la persona. Se recaudarían impuestos al final de la vida, pero no se duplicaría el gravamen. Cuesta mucho justificar que se tenga que gravar una renta que ya ha sido gravada con anterioridad. Ya sea debido a una donación o a una sucesión.
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Todo esto se agrava por el hecho de que sea un impuesto cedido a las Comunidades Autónomas. Esto provoca que en determinadas CCAA sea más barato tributar por este impuesto que en otras. Hecho que me parece todavía más injusto, no veo motivo para que, según tu lugar de residencia, pagues más o menos. Esto me parece indefendible. No es de extrañar que incluso se produzcan cambios de residencia fiscal por este hecho.
Tal y como está organizado el sistema recaudatorio de impuestos en España, lo mejor sería que la recaudación por impuestos se basara en los tres bloques básicos de generación de rentas: rentas individuales, consumo y rentas empresariales a través del IRPF, el IVA y el Impuesto de Sociedades. El resto de los tributos son susceptibles de derogación, exceptuando algunos impuestos especiales que convengan por cuestiones de política económica. Considero que luchar por la eficacia recaudatoria de los tres grandes bloques de renta sería lo lógico, haciendo impuestos de IRPF, IVA y Sociedades cada vez más justos. Todo ello, unido a la lucha eficaz contra el fraude fiscal. En esto último habría que poner especial énfasis porque no es defendible aplicar tipos elevados, si hay una corrupción elevada y demasiada economía sumergida. Llevar a cabo una política de rentas en este sentido sería lo más sensato. Pero tal y como está el panorama político español, lo veo difícil.
Si analizamos la versión prohibida que mencionaba al principio del artículo tal cual la plasma en su libro FERNANDO TRIAS DE BES, no es desproporcionado pensar que se produce de la manera que él la describe. Si nuestros padres pagaron por una herencia de sus padres, nosotros vamos a pagar por la herencia de nuestros padres. Nuestros hijos por la nuestra y así sucesivamente… cuando pasen varias generaciones habremos pagado tanto, que el valor del bien heredado ya será lo de menos. El Estado es capaz de recaudar más que el valor del bien en sí.
La próxima semana continuaremos con en el segundo artículo de esta serie que versará sobre el ahorro (versión oficial vs versión prohibida).
JUAN FCO RUANO RODRÍGUEZ
Director Recobro Empresas Banco Sabadell
1 añoGrande Juan. Gracias por tu labor divulgativa que cuanto menos da paso a la reflexión. Dejo otro título para el contrapunto: "Capital e ideología" de Thomas Pikkety, que cuestiona el traspaso masivo de capital en los casos de grandes patrimonios y su encaje ético en un estado social y de derecho. Un abrazo amigo.
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1 añoLlamarlo injusto cuando menos es muy educado...me parece irracional, poco ético y vergonzoso, porque no le robas al heredero, le robas a un difunto.
Abogado - Doctor en Fiscalidad Internacional y Europea. Profesor Contratado Doctor Interino / Derecho Financiero y Tributario / Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo (UCLM).
1 añoVersión oficial: hay mucha presión fiscal, los tributos son injustos. Versión prohibida: No importan tanto la presión fiscal como la ejecución del gasto público derivado de esos ingresos fiscales. Conclusión: Los sistemas tributarios lejos de ser perfectos son la solución que ha permitido crear los modernos estados de Derecho. Nunca un impuesto será tan malo cómo una mala destinación de los recursos públicos. Ahí, es donde debe enfocarse cualquier crítica, el resto es cortina de humo que usan tanto los libertarios como los tradicionalistas para desviar la atención del verdadero problema. No olvidemos que el Estado es una empresa y su análisis debe hacerse por su resultado de cuentas (I-G). Un abrazo.