La acción emprendedora: la identidad inquieta
En el camino de encontrar mi identidad profesional he transitado por muchos estadíos, por muchos momentos de estar perdida, por otros tantos de motivación plena, de proyección, de concretar objetivos. Esto es pendular, aún los tránsito.
Encontrar identidad, identificarnos con las palabras, nada tiene que ver con lo que dice un título de grado, un máster, un curso, o un puesto en una empresa. La identidad comienza al sentirse dueño de un concepto y viceversa, sentir que ese concepto (ese título, ese puesto, ese aspecto de nuestra cotidianidad) nos atraviesa en todos los aspectos de nuestra vida. Nos adopta y lo adoptamos.
En este camino de búsquedas, mi identidad se encontró con la palabra "Emprendedor" y la adopté. Quizás sea un causalidad socio-histórica ya que los cambios contextuales dan lugar a que los emprendedores sean protagonistas del presente, pero sobre todo del futuro del trabajo.
En este lugar de reflexión que me doy el permiso de construir y compartir con ustedes, se me ocurrió empezar a pensar qué es lo que hace a un “emprendedor", un “emprendedor”.
Mucho se habla de espíritu y de “ADN” emprendedor.
A mí me gustó dejar de lado la metafísica y el biologisismo (haciendo honor a mi título de socióloga) y empezar a hablar de ACCIÓN EMPRENDEDORA.
¿Por qué? Desde la teoría sociológica (siendo un ratito nerd) la palabra “acción” (sobre todo adoptando el concepto de acción social) denota una conducta humana en la que el individuo, o los individuos, que la producen, le establecen un sentido subjetivo afectando la conducta de otros actores –esto quiere decir que son acciones de sujetos motivadas por una intencionalidad sobre otros.
Hablar de “Acción Emprendedora” nos invita a muchos huérfanos de identidad profesional a ser parte de ese gran paragüas que nos alberga más allá de las estructuras organizacionales y las instituciones; pero a su vez, articula la palabra emprendimiento con el concepto de hacer, de transformar algo con una intencionalidad.
¿Qué más nos dice el concepto de "acción emprendedora"?
Emprendedor se hace no se nace. Alejarnos del concepto de “ADN emprendedor”, ese código que por genética llevaremos impreso a lo largo de nuestra vida, es también tomar una distancia ante el conformismo y la pasividad sobre las normas y las determinaciones que impone el mercado y los tradicionalismos rígidos que reproducen los sectores productivos.
Todos nacimos para emprender, porque todos “arrancamos algo nuevo” en algún momento de nuestras vidas, la clave es que ese espíritu inquieto sea constante, sea estratega, sea organizado y que, sobre todo, este guiado por un objetivo que nos motive… ¡y mucho!
El objetivo de cualquier emprendedor es “hacer que las cosas sucedan”. ¿Sabían que el término “start up” – concepto a través del cual nos referimos a las ideas que darán fruto a emprendimientos- del inglés se traduce “puesta en marcha”?
Poner en marcha y actuar van de la mano. Emprender es llevar a cabo acciones transformadoras que unan nuestra creatividad con un análisis crítico del contexto (quizás esa sea la parte más difícil!)
Emprender y actuar van de la mano, emprender es darle realidad a esas proyectos que arrancan siendo ilusiones pero que a partir de una serie de comportamientos con una intención (acción) se llevan a la práctica.
¿Por qué aprender a emprender?
"Emprender" va a ser la clave para insertarnos laboralmente en el futuro. Y no sólo eso, las dinámicas emprendedoras serán las pautas más efectivas para despertar y mantener la motivación del personal dentro de los organizaciones. ¿Se preguntaron por qué los niveles de rotación de personal en jóvenes es tan alto? ¿Cuantos empleadores son los que nos dan el lugar de emprender?
Emprender no es un concepto que adoptamos sólo los locos que soñamos con nuestros proyectos propios. Emprender será el paradigma de normalidad cuando hablemos de las dinámicas del futuro trabajo, bajo los valores del trabajo colaborativo e interdisciplinar, la creatividad e innovación.
Pero sobretodo bajo una única premisa: Actuar siempre será mejor que quedarse quieto.
¿Y vos te animás a emprender?
Lic. Noelia Maizel - noemaizel@gmail.com