La metamorfosis de Ovidio, o cómo la intersexualidad está representada en la literatura
Por: Elena Garagui

La metamorfosis de Ovidio, o cómo la intersexualidad está representada en la literatura

A estas alturas del s. XXI casi todo el mundo entiende ya el significado de las siglas LGBT que pertenecen a las primeras letras de las palabras lesbiana, gay, bisexual y transexual. Hace 40 años no existía una forma verbal que no fuera hiriente y malsonante para referirse al colectivo y, por este motivo, las comunidades comenzaron a movilizarse.

Al principio, en los años 70, solo estaban visibles una parte de todas aquellas personas que pertenecían al colectivo, las que pertenecían a las siglas G y L, pero, con el paso del tiempo las personas bisexuales y transexuales también reclamaron su sitio. Así fue cómo surgió en un primer momento esta sigla que, aunque difieren en identidad y orientación sexual, sí engloba a todas aquellas personas que no se rigen por la cis-heteronormatividad política y socialmente aceptada. Además de que les une la persecución recibida durante tantos años de opresión.

Años más tarde, y ya entrado en los años 2000, las siglas fueron aumentando poco a poco. Por eso ahora el término específico es el de LGBT+. Pero, ¿a quiénes engloba ese ‘plus’? Pues bien, dentro de las siglas, aunque no explícitamente, se encuentran las demás orientaciones sexuales (asexual, demisexual, etc.) y dos nuevos términos que hasta hace poco no eran muy conocidos: intersexual y queer (o persona no binaria). Así podemos encontrar también las siglas LGBTQ o LGBTI. El segundo término, el de queer, podemos decir que quizá es el que más socialmente aceptado está de los dos. Algunos países (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Alemania, Argentina y, próximamente Colombia) permiten ya la posibilidad de registrarse civilmente como persona no binaria, persona del tercer género o con una X, recalcando que no te representa ni la M de masculino, ni la F de femenino.

Sin embargo, el primero de los mencionados, el de intersexual, no es que esté mejor o peor aceptado socialmente, sino que directamente se ignora la definición. Antes de la aparición de este término existía el de hermafrodita, aunque a día de hoy sabemos que no tiene nada que ver uno con el otro. De hecho, el segundo término es mucho más adecuado utilizarlo para referirse a todas aquellas especies animales que son capaces de reproducirse sin necesidad de otro animal del género contrario. Entonces, la palabra intersexual se refiere a todas aquellas personas que no nacieron con unos órganos genitales plenamente masculinos o plenamente femeninos, y a las cuales se les practicó una operación y se les asignó uno de los dos géneros binarios.

El problema de estas personas surge cuando entran en la adolescencia y su cuerpo se desarrolla en contra del género que sus padres y el equipo médico decidieron en su nacimiento. Tal como ocurre con las personas que no se identifican con el género asignado al nacer. Es decir, una experiencia compartida que demuestra la violencia que se ejerce desde el paradigma binario y cisexista sobre los cuerpos y las identidades

El hilo clásico entre La Metamorfosis de Ovidio y Jeffrey Eugenides

Aunque el poema latino está más relacionado con la mitología griega y con el concepto de creación del mundo, existe un texto, dentro de uno de los 15 libros que conforman La Metamorfosis, que narra un episodio ligado a la intersexualidad.

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Aunque con bastantes matices, y con la salvedad de que estos poemas fueron escritos hace más de dos mil años, podemos establecer ciertas similitudes con lo que hoy entendemos por intersexualidad, siempre en un contexto mitológico. En concreto hablamos de la Metamorfosis de Hermafrodito y Salmacis. El nombre viene dado por una de las grandes obras del pintor flamenco Jan Gossaert, que quiso plasmar la historia de amor entre la ninfa Salmacis y Hermafrodito descrita en uno de los episodios del libro IV del libro del poeta latino.

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La narración en concreto cuenta cómo la ninfa se enamora de Hermafrodito y abrazándolo entre sus brazos crea de él un nuevo ser que, en palabras del propio Ovido “Así pues, cuando a él las fluentes ondas, adonde hombre había descendido, / ve que semihombre lo habían hecho, y que se ablandaron en ellas / sus miembros, sus manos tendiendo, pero ya no con voz viril”. Aunque en las mitologías romanas y griegas eran comunes los semidioses, menos aún lo eran los ‘semihombres’ como el que se describe en este relato.

Casi como si de un designio del destino se tratase, en la actualidad existe un autor muy ligado a las culturas clásicas de la época, debido a su ascendencia griega. Se trata del norteamericano Jeffrey Eugenides. Sobre todo al poeta Ovidio ya mencionado, al que Jeffrey usó como base para su novela Middlesex. En concreto se trata de uno de los personajes del poeta latino, el de Tiresias, de La Metaformosis, y de Herculine Barbin, una persona de origen francés a la que se identificó como mujer, pero que más tarde, y ya en edad adulta, se le realizó un examen médico para reasignarla como hombre. Este caso del s. XIX, es, probablemente, el primer caso de una persona intersexual registrado médicamente.

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