La nostalgia del otoño
Ya llegó un otoño más a nuestras vidas. Progresivamente se van los largos y calurosos días del verano y nos vamos acercando a esta bella y nostálgica estación que es el otoño: las tardes se acortan y van apareciendo los colores ocres, amarillos, dorados, marrones y grises con todas sus gamas, tanto en las hojas de los árboles y plantas, como en los hermosos horizontes del crepúsculos, donde el día, con su luz, su actividad y su ruido, da paso a la noche, con su misterio, su oscuridad, su soledad , su silencio y su nostalgia.
Tras los cristales de las ventanas del salón veo llegar la noche...Por qué llegó la noche?... Hace un momento estaba en el crepúsculo y no sentía la pena que ahora siento. Quizá no presentía lo que ahora, en soledad, presiento...Si, Triste, absorto, solo y mudo, mis pensamientos vagan por esos tantos recuerdos, y algunos pensamientos, que esta noche de otoño, de tanta gente querida me separan. Hoy me pudo la nostalgia.
Pero también el otoño nos pide que nos preparemos para el presente y el futuro. Que vivamos cada instante de sus días y que seamos sabios guardando y almacenando cosas positivas para el próximo invierno. También nos pide que aprendamos a desapegarnos de lo que no tenemos o nos causa daño, que reconozcamos: lo verdaderamente importante de de la vida ( hijos, pareja, familia y amigos verdaderos) de otras relaciones interesadas o tóxicas que pueden destruir nuestra felicidad y la de quienes nos rodean, Dar verdadera importancia a lo que tenemos y a lo que somos y valorar la belleza del momento, que como todo en la vida, es efímero.
Los bellos y nostálgicos días otoñales nos recuerdan lo difícil que es, a veces, distinguir entre la mala suerte y los nuevos comienzos. Dejemos que el paso de sus días nos instruya en el aprender a elegir nuestras preferencias y nuestras pérdidas. Dejémonos tentar por algunas pasiones del todo humanas y plausibles. El único pecado de la vida es un día sin deseo y sin progreso y una noche sin agradecimiento.
Para ello y para poder amarse a uno mismo, se ha tenido que vivir momentos de soledad y de carencia. Sólo en estas épocas de soledad y abandono podemos distinguir entre nuestros deseos y nuestras necesidades y pérdidas. Sólo al buscar entre los escombros de lo perdido se descubre lo que antes habíamos pasado por alto; sólo después de que la tristeza nos aísle del mundo, podemos convertirnos en personas de recursos. Pero cuando lo hacemos, empezamos a encaminarnos hacia la intimidad que siempre habíamos buscado, la intimidad con uno mismo.
Aunque el dolor es un sentimiento universal, la pérdida es profundamente personal, pero no tenemos por qué soportarla solos. Las nubes pueden proyectar sombras transitorias, pero tu "yo" personal, el compañero que ha estado contigo desde el principio, todavía te aguarda con paciencia y esperanza todos los días. También hay que apoyarse en la familia y amigos que te puedan ayudar.
En general, solemos afrontar mejor las grandes pérdidas ( muerte, divorcio, separación, enfermedades...) que las pequeñas pérdidas cotidianas. Las grandes pérdidas nos hacen reaccionar; mientras la cantidad interminable de pequeñas pérdidas nos abofetea síquica y físicamente. ¿ Alguna vez no te has vuelto medio loco/a buscando tu teléfono móvil o las llaves de tu casa?. Aún me siguen asombrando la serenidad que nos pueden robar esas situaciones.
Decía Carriesnow que " Ningún día es tan malo que no pueda arreglarse con una buena siesta". Muchas veces es el cansancio el que nos hace perder los nervios. Y el cansancio suele ser más emocional que físico; como una relación negativa, es imposible ponerle remedio si antes no identificamos el problema que nos causa dolor y sufrimiento. Y lo que es peor, está la fatiga emocional te va cargando con suficiente desesperación y angustia como para envenenarnos lentamente, pero no para matarnos. Aún así, nunca debemos volver la espalda a nuestras necesidades reales y a las de nuestros seres queridos o a nuestras obligaciones personales y profesionales, pero como mínimo, tenemos que permitirnos redistribuir el peso de la carga, de forma que se pueda llevar más fácilmente. Por eso, no estaría de más echarse una buena siesta cuando sea necesario.
El Dr W.C. Dement, un pionero en el estudio del sueño, en " The Promise of Sleep" dice que la siesta puede volverte más listo, más ágil de mente, más rápido y más prudente de lo que sería sin ella. Y que debería valorarse como un arma poderosa para combatir el cansancio físico y mental.
Para un buen descanso, el dormitorio es fundamental, ya que es la expresión más personal del estado de ánimo de cada uno de nosotros. Nuestra habitación refleja la verdad de nosotros mismos: nuestro pasado, nuestro presente, nuestros sueños de futuro o la ausencia de estos, nuestras esperanzas, nuestras preocupaciones , nuestras pasiones y placeres, lo que pensamos sobre nosotros mismos y lo que nos ocultamos aunque todo esté a la vista. Un dormitorio descuidado es un SOS inquietante de una vida descuidada.
También nuestra cama y nuestra manera de hacerla es importante. La cama de una persona descubre sus sentimientos secretos hacia ella misma. Siempre son los pequeños detalles, las sutilezas, los datos más reveladores. La cama es el mueble de la casa que nos toca más íntimamente la piel y en la que pasamos, muchas veces, una tercera parte del día. Es el mueble al que nos entregamos libremente cuando somos vulnerables, enfermos, tristes o cansados...Que las sábanas sean bonitas o de una determinada tela es una cuestión sin importancia, lo que verdaderamente importa es la sensación que nos produce en la piel. E. DicKinson decía que " deberíamos hacer la cama con la misma pasión y devoción que cuando hacemos el amor".
En los días malos o tristes, cuando estamos sobrepasados y no vemos la forma de solucionar algunos problemas, nos dan ganas de llorar, pero, ¿ por qué nos avergüenza hacerlo?. Dejemos que corran nuestras lágrimas hasta que nos mojen el alma. No llorar o reprimir nuestras emociones no es bueno, no es sano ni inteligente.
Llorar es abrirse a esas emociones que luchan por expulsarse y aliviarse, como puede ser la ira que se debate en la boca del estómago o la desesperación atrapada en la garganta... Natalie Clifford, una de las más bellas mujeres del siglo XIX, creía que " el tiempo marca nuestro rostro con todas las lágrimas que no hemos derramado". Darse permiso para llorar es bendecir tu cuerpo con el gozo de la curación del espíritu. Con el tiempo lo entenderemos mejor.
También son importantes nuestros aniversarios secretos, que a menudo revelan nuestro lugar en el mundo y nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. Pueden ser de alegría o de tristeza, puntos de inflexión importantes o coincidencias menores.
Tal vez recordemos el aniversario de nuestros hijos y cuando consiguieron sus puestos de trabajos, el día de tu boda, el día que terminaste tu carrera o conseguiste el trabajo soñado. Cuando viviste intensamente alguna relación amorosa y especial o casualmente te tropezaste con una persona que te dejo huella.. O quizá recuerdes algunas dolorosas pérdidas, o el día que renunciaste a conseguir algún sueño... A veces necesitamos que pasen muchos años para reconocer la importancia de esos acontecimientos y aniversarios guardados en el alma, o para saber, incluso, que hay algo que conmemorar.
Muchos de estos aniversarios están vinculados a las estaciones del año y nuestros sentidos son sus mensajeros favoritos. Por eso, cada otoño, cuando veo las hojas muertas que mueve el aire fresco de las mañanas, siento la humedad del roc.io o de la lluvia sobre mi piel o huelo el petricor de la tierra, experimento un eclipse total en el corazón y parecen que esos aniversarios están sucediendo en el momento presente...La nostalgia del otoño.
Aunque todos necesitamos amigos de carne y hueso, cuando tenemos problemas y no vemos la solución, a veces, resulta reconfortante pedir opinión a alguien que, probablemente, te dará una respuesta que tú desconocías; alguien que haya pasado por problemas similares y que tenga experiencia de la vida.
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En mi vida también ha habido ocasiones en las que me he sentido triste, solo aún estando acompañado y sin recursos propios ni herramientas para resolver mis problemas. No era una depresión, solo esas sensaciones y emociones que sentía y que intenté disimular para que mi familia y amigos no los sufrieran ni se preocuparan. La conmoción y el sufrimiento de una enfermedad incurable, el dolor y el duelo por la muerte de familiares y amigos muy queridos. Las preocupaciones por el bienestar y felicidad de los hijos. La extenuación por las numerosas y largas jornadas de trabajo. Las interminables horas de estudio para estar al día y no fallar a enfermos y compañeros. La gestión del éxito en el trabajo y la responsabilidad que ello conlleva. El paso del tiempo por mi cuerpo y el futuro que me espera. Las pérdidas de todo tipo...Como mi circulo intimo no tenían marco de referencia en sus vidas de lo que a mi me pasaba, no podían darme ningún consejo ni opinión que me ayudara a navegar entre ese mar embravecido que es la vida; ellos se limitaban a decirme que lo "superase". Afortunadamente con mi esfuerzo, sin dejar de trabajar y con la ayuda de mis hijos y amigos lo pude superar. Ya dejé atrás la fase de superación de esas demoledoras pérdidas, y al hacerlo el recuerdo solo se queda con lo bueno y la belleza de tantos momentos vividos que me vienen a la memoria en esta agradable tarde de otoño.
Ya veis, cada cual tiene su propia historia personal, que debe ser contada cuando te toca el corazón. Para cada persona esa historia será diferente, porque cada corazón es como un instrumento musical con su propia afinación.
También en otoño deberíamos regalarnos intercambios de confidencias sensoriales. Dejémonos hechizar y desconcertar por una bella y dorada tarde de otoño. Hagamos una pausa en nuestras agendas diarias y disfrutemos el silencio del campo, los trinos de los pájaros, el color de las hojas caídas y las flores marchitas. Percibamos el olor a tierra mojada de las primeras lluvias, queda con alguien que te haga sentir a gusto a tomar un café y con quien compartir una buena conversación...
Nuestro futuro extiende una invitación intima a un encuentro entre nuestro presente y nuestro pasado. La vida también es esto, como decía John Lennon " La vida es lo que te sucede mientras andas ocupado en otros planes" y Einstein consideraba" la locura consiste en continuar haciendo las mismas cosas una y otra vez. Sobre todo cuando uno se ha dado cuenta que no da resultado". Quizá por eso, solo entenderemos plenamente nuestra vida cuando permitamos que suceda algo inesperado.
La mayoría de las personas han experimentado en algún momento de sus vidas sucesos extraños e inexplicables: nos llega una carta con la información que precisábamos en ese mismo momento; compras el mismo articulo y en el mismo instante que otra persona cercana; alguien te llama al teléfono en el mismo instante que tú le ibas a llamar; subimos al autobús y se sienta a nuestro lado alguien que pone luz en nuestro camino...¿ Cómo suceden, por qué suceden y qué sentido tienen estas cosas inesperadas?. D. Bess es quien mejor explica el misterio de las coincidencias inesperadas como don espiritual " con mucha frecuencia , los fenómenos de Sincronía son anuncios de acontecimientos próximos importantes; en otras ocasiones son señales de consuelo que nos indica que todo irá bien. También pueden ser indicaciones que nos enseñan por dónde seguir, que nos cuida y defiende nuestros intereses y que se presentan tanto si la invocamos como no". Estas manifestaciones de sincronía no solo tienen algo de misteriosas, inexplicables y maravillosas, sino que también posee un sentido importante para la persona que las experimenta.
Fue Carl Jung quien propuso por primera vez en el mundo el concepto de Sincronía: " la coincidencia de dos hechos totalmente independientes que, unidos como piezas de un rompecabezas, adquieren un profundo significado personal para un individuo determinado". El alma de la Sincronía es el sentido que nosotros vinculamos a esta incidencia. El espíritu es muy preciso, muy concreto. Percibirlo o no depende de lo sensible que seamos a ello.
He comprobado que uno de los disfrutes máximos de la vida es la improvisación. El paseo sin destino. La visita inesperada. El viaje no planeado. La conversación y compañía de quien nos aporte. ¿ Por qué no ponerlo en práctica en esta nostálgica estación?
Conforme se reducen las horas de luz y el aire se vuelve más fresco, empezamos a darnos cuenta de que pronto hará frio para pasear . Será la hora de buscar ropa adecuada en nuestro armario, para comenzar nuestros paseos por lugares nuevos e inexplorados de forma espontanea, y que percibamos la dimensión espiritual en lo que un placer inesperado nos transforma de observadores distantes en amantes de la vida; llegando hasta lo más profundo de nuestras raíces, de nuestros corazones y de nuestras propias almas. La vida se convierte en casi una experiencia de una riqueza casi insoportable. Lo mismo ocurriría con los anteriores supuestos.
Desde que tengo uso de razón la Naturaleza ha sido para mi una gran fuente de conocimiento, de inspiración, de aventura y de placer. Soy un hombre de campo, he trabajado en él y provengo de una familia de agricultores y de un ámbito rural, aunque después mi vida fuera por los derroteros de la Medicina y los hospitales.
Posiblemente por eso disfruto y aprecio tanto un paseo por el campo, que es mi forma más segura de cambiar de marcha y pasar de la aceleración a la calma y tranquilidad y así poder admirar todas las maravillas que te rodean a lo largo del paseo. Descubramos esa Naturaleza, que no tienen dos días exactamente iguales. Disfrutémosla con todos nuestros sentidos.
Ya se fue el verano..¿ Se fue el verano?. No. El continua con su leve existencia invencible, tenaz y con su cálido aroma. El verano permanece en su sitio a la espera de su turno caluroso anual... Somos nosotros quienes nos alejamos, en nuestra engañosa ilusión de inmovilidad, frágiles y cansados.
Ya se retiran las sombrillas y hamacas de nuestras playas. se retiran los setos de flores ya marchitas. Ya no serán precisas ni nadie admirará su belleza. La luz de la tarde se va yendo antes produciéndome un sutil escalofrío. El viento del ocaso desplaza en el cielo un puñado de nubes oscuras, y sobre el horizonte, donde se esconde el sol, se aprecian los colores, menos vivos, propios del otoño.
Ya está aquí el otoño y lo apreciamos en nuestros sentidos. Sobre la casa, antes soleada y bulliciosa, aparece la penumbra y el silencio, dando una sensación de paz y un cierto estremecimiento a la muerte del día. La oscuridad va venciendo a la luz. Va siendo hora de terminar y cerrar las puertas y ventanas.
Se nota cómo los días se han acortado regalando sus horas a la noche; los pájaros han recuperado su cordura y han dejado de trinar constantemente. O quizá continúan cantando en ese verano, del que nosotros prescindimos y que ya no percibimos.
Fuera el fuerte viento empuja las nubes ante la luna que aparece alta y inmutable...
Detrás de los cristales del salón, en apariencia nada ha cambiado. En apariencia solo. Nosotros, no obstante, si. Nos vamos ligeros e inconscientes camino del otoño al que hoy pertenecemos.
Aún en otoño y con nostalgia, vivamos intensamente cada día con cabeza, con todas sus situaciones buenas y malas, con todas sus consecuencias y todo su esplendor... Porque llegará un día en que todos seremos olvido