Nosotros contra ellos, us vs them
Yo no uso LinkedIn para expresar mi postura política, pero me atrevo a compartir esta nota de Eli Bravo, porque, tristemente, en esto nos estamos convirtiendo los Venezolanos y Latinos que vivimos en este gran país. Porque una vez más empecé a perder amigos, por ser de un partido político o de otro. Porque estoy viviendo un déjà vu, en todos los sentidos.
Aquí el escrito de Eli:
"Esta semana presencié con estupor los ataques contra Erika de la Vega por decir que votaría por Biden. La bajeza de los comentarios ponía en evidencia los efectos dañinos de la polarización, y a la vez, transpiraba esa mezcla de odio y dolor que deja el trauma. Ya en el pasado había recibido yo algunas punzadas tras emitir opiniones políticas, ataques que fueron mínimos en comparación a los recibido por Erika. Y no fue un caso aislado. El patrón se repitió con otros ataques hacia venezolanos de alto perfil como Edgar Ramírez o Rafael Arraiz Lucca.
¿Qué nos estamos haciendo como país, como comunidad y como seres humanos?
Nos estamos haciendo daño. Mucho daño.
La polarización es también una enfermedad.
La polarización es también una enfermedad. Destruye el tejido social, debilita las relaciones interpersonales, se come la empatía y magulla el alma. He visto de cerca sus efectos. Nací en un país arrasado por la dictadura, Venezuela, y vivo en Estados Unidos, un país abatido por la división. Soy ciudadano de ambas naciones y en pocos años llegaré a sumar igual tiempo de vida en cada una, lo que me ha permitido votar en las elecciones de ambos países. Voto desde que tengo 18 años y lo hago en elecciones presidenciales, regionales y municipales. Siempre he votado según mis convicciones y respeto con firmeza el derecho a votar libremente por la opción que cada quien considere. La democracia es un ejercicio donde abrimos espacio a las diferencias, no donde pretendemos imponer un solo punto de vista.
El mayor peligro de la polarización es que resulta altamente contagiosa, y una vez cobra fuerza, se transforma en una pandemia que ciega la razón y amarga los corazones. Los amigos comienzan a verse como enemigos, los vecinos como extraños, la gente que opina distinto se transforman en “ellos”, y los que comulgan con las mismas creencias son “nosotros”. Nosotros contra ellos, us versus them. Una vez que la enfermedad se hace crónica pareciera que se justifica a sí misma: el dolor, las pérdidas, la rabia y el miedo de cada individuo, cada comunidad, cada grupo social, se convierten en el argumento para atacar a todos los que estén en el otro bando. Ya no hay espacio para el diálogo o la convivencia. En una sociedad polarizada el juego político se trata de someter (o eliminar) al otro para garantizar la supervivencia.
En Venezuela este juego de la polarización le sirvió muy bien a Chávez. Primero agitó el odio y luego cosecho la división para sentar las bases de la dictadura madurista, un régimen hiper-corrupto y violador de los Derechos Humanos. Durante los primeros años se valió de su popularidad y carisma. Ahora, con Maduro, solo restan las balas y los calabozos. Tras más de dos décadas de revolución bolivariana, el trauma social nos dejó a los venezolanos fracturados, portadores de un dolor inmenso, en duelo por el mundo sufriendo todo lo perdido, albergando rabia y tristeza, con una mezcla de miedo y desesperanza que pareciera no tener alivio.
Este es el trauma social que se actualiza entre los venezolanos con las elecciones en los Estados Unidos. De nuevo es “nosotros contra ellos”, y luego de tantos horrores, atacar al adversario pareciera no solo un acto político, sino una obligación moral que justifica los insultos, las degradaciones, el irrespeto y la deshumanización de todo aquel que piense distinto."