No puedes ser amigo de tus empleados.

No puedes ser amigo de tus empleados.

Uno de mis mejores profesores en la carrera de Filología Clásica, Don Luis Gil, nos explicó un día en clase por qué no se puede ser amigo de tus alumnos. Añadía que tampoco puedes ser amigo de tus hijos, ni de tus empleados. La explicación era brillante, como todas sus clases de griego, en las que, a veces, incluía estas explicaciones “fuera de menú”.

No puedes ser amigo de tus alumnos, tus hijos o tus empleados porque las verdaderas relaciones de amistad se fundamentan en la libertad y la igualdad. Las buenas amistades se eligen libremente. Sus relaciones se basan en la tranquilidad que genera este fundamento que elimina las obligaciones, los intereses o los compromisos. Una de las mejores definiciones de amistad que he leído es de Simone Weil, decía que un amigo es aquella persona con la que puedes estar solo (se entiende que a la vez que estás con él...).

Los roles de padre, profesor o jefe tienen en común una base de autoridad, obligación o influencia sobre la otra persona que radica en el puesto o posición que desempeñan. Para una relación sana jefe-empleado esta autoridad o influencia formal debe ser positiva. Solo así puede ser capaz de conseguir que la otra parte genere lo mejor de sí mismo. Para ello unas veces se usará el ejemplo, otros la persuasión, otros la enseñanza y, en algunos casos, solo será posible usar la autoridad.

Esta autoridad o su relación de desigualdad es siempre percibida por la otra parte, queramos mostrarla o no. Aunque intentemos ir de amigos el otro seguirá viendo un “superior” cuyas decisiones pueden afectarle tanto positiva como negativamente. Eliminada o reducida la libertad de actos en la otra parte sus acciones se pueden basar en el interés de ganarse la apreciación, a veces incluso de manera inconsciente.

Pongamos el foco en la relación jefe empleado que es la que destaco en el título. He conocido muchos jefes que confundían buena relación o humanidad con amistad. Se podía identificar esta confusión en las acciones que llevaban a cabo para reforzar la relación con sus equipos. Al considerar posible la amistad trataban de meterse en la vida de su gente y que ellos entraran en la suya, como pasa naturalmente con los buenos amigos. La línea que separa lo personal de lo profesional no existía para ellos. En vez de procurar una buena relación en ámbitos profesionales mas informales como una convención, una cena de Navidad o una comida de departamento, la buscaban en una intimidad a la que nadie les había llamado. Invitaban a su casa a sus empleados y estos debían venir acompañados de sus parejas, quedaban los fines de semana con sus familias incluyendo las noches o bien hacían regalos a la pareja para “compensarte por el tiempo que te privamos de tu marido”.

Con intrusiones como estas en la intimidad de tus empleados no se logra la amistad, porque, como he explicado antes, es imposible conseguirla si no hay una relación de igualdad. En vez de esto se pueden producir dos tipos de reacciones por parte del empleado “acosado amistosamente”:

1.      Rechazo. Inicialmente puede aceptar, pero al poco tiempo se sentirá incomodo y no acudirá a próximas invitaciones. Los jefes se pueden tomar este rechazo como algo personal y dejar de contar profesionalmente con estas personas al sentirse rechazados. “Con todo lo que he hecho por él…hasta ha comido en mi casa...” Al final la historia acaba mal, como en toda ruptura sentimental, y el empleado buscará un cambio, de empresa o de departamento.

2.      Aceptación por miedo o interés: Es la peor relación que podemos tener con un empleado. Si es por miedo, nos dará la razón en todo, aceptará tareas, aunque sea incapaz de hacerlas para mantener su puesto. Dependerá de su jefe para dar cualquier paso. Si es por interés, tendremos al perfecto pelota que luchará por ocupar siempre un lugar destacado en el corazón de su jefe, por delante de los demás. Además, si es inteligente, terminará por manipular a su jefe apoyándose en la intimidad que este le ha prestado.

Como cierre y prueba final os pido que penséis en los jefes que habéis tenido en el pasado. En los que ya no lo son. Seguro que con aquellos que teníais afinidad personal y una buena relación ahora tenéis amistad, una vez que existe una relación de igualdad, sin intereses, esta aflora de manera natural. De los demás ya ni os acordáis.

P.S. Una buena prueba de si eres ese tipo de jefe que confunde la amistad con el trabajo es que te haya parecido mal usar el término "empleado". Seguramente prefieras colaborador o, directamente, amigo. Si ya eres de los que dice "familia" te lo tienes que hacer ver. O bien tienes que ver la película de "El buen patrón".


Ingrid Michelle P.

Lic Marketing y Publicidad. Máster Protocolo

1 año

A mi me encanto el articulo, debo decir que conozco de lo que se habla en el texto. Podría decirle que es una perfecta descripción de mi trabajo como Gerente. Me intereso mucho, justo estoy en la tesis de mi master, hablando sobre estos temas y me tope con su articulo. Siempre buscaba la mejor forma de poder motivar y socializar al equipo. Yo si sentía que le decirle empleados carecía de tacto. Al final solo con pocos amigos quede. Pero a veces por hacer un bien terminas peor. Gracias Empecé a seguirlo, ojala pueda ser parte de su red para poder intercambiar ideas. Un saludo

Raul Martinez

Key Account Manager in the automotive industry

2 años

Excelente reflexión. Gracias por compartir

Buenos días Jose María Peláez Marqués, PhD. Me leí este artículo en su momento y me pareció, a la par de interesante, muy pertinente y empezaré por el final: yo soy de esos jefes que prefiero llamar a nuestros empleados compañeros; y es evidente que además de compañeros, somos empleados. Enfatizo somos porque aunque yo, como director general de Dev&Del tenga la potestad (y la obligación en determinados momentos) de despedir a algún compañero, eso no anula ni pervierte, IMHO, esta otra relación. Me he vuelto a leer este artículo, que me parece de lo mejor que he visto pasar por aquí en tiempo porque quería reflexionar bien si realmente esas aseveraciones sobre la amistad son así de absolutas o no; y en su caso, evidentemente, los que tenemos inclinaciones románticas o "igualitaristas" o simplemente ingenuas, nos lo tendríamos que hacer mirar y mucho: las empresas están para ser rentables (ganar dinero) y los empresarios estamos para conseguirlo dentro del marco de la RSC a la que nos obligamos (gustosamente en mi caso por cierto) (sigue)

Pablo Carrión ARG

Licenciado en Administración Pública

2 años

esto sólo puede ser entendido por quienes recibieron una educación jerárquica. Hoy existen variantes, los grupos colaborativos son claro ejemplo de esto. La cuestión de la paternidad/maternidad desde que la hija/o alcanza la adultez también pasa a ser colaborativa, pues el nuevo adulto rechazará la intervención del parental. En docencia ya se enseña de esta forma. Los padres de generación millenial y centennial, ofrecen una educación basada en el acompañamiento y la colaboración y la posición de autoridad no siempre es clara cuando se estudian los casos familiares. Quizás esta sea la razón de encontrar una población importante de padres permisivos. El castigo físico, condicionante aspecto de autoridad, en gran medida ha desaparecido. No puedo decir que sea un método anacrónico (tal vez sí lo sea), porque todavía hay gente que comprende la dinámica social parental/educacional con mentalidad de siglo XX.

Sí se puede ser jefe de un amigo; la madurez permite diferenciar las relaciones cuando la amistad es previa

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