¡Qué buena yuca, ingeniero!
Esta es una frase que surgió cuando el entonces candidato, Alberto Fujimori, apareció con una yuca de gran tamaño, queriendo dar la imagen de que era un hombre de campo. Más tarde, esta imagen cambió de sentido y se le dio el significado de referirse a cuando alguien nos estafa, nos da gato por liebre o, como se dice coloquialmente, "nos enyuca".
Esta anécdota viene a colación de los recientes desastres naturales ocurridos en la región y, a decir verdad, en varias otras regiones del Perú y que desnudan una realidad que muy pocos han querido señalar.
Nos referimos a esos profesionales por cuyas manos pasa todo el proceso de concepción, proyección, ejecución y supervisión de una obra pública. Es decir, no hay ninguna etapa donde no intervengan los ingenieros civiles, y a la luz de los hechos, se demuestra que no han hecho bien la tarea.
Es lamentable ver con mucha frecuencia obras públicas mal hechas, abandonadas, con una serie de observaciones, con precios inflados y que se caen a pedazos.
Para muestra, varios ejemplos en Piura: las pistas y veredas de la Piura Bonita son el fiel reflejo no solo de la irresponsabilidad de las autoridades, que también tienen mucho que ver, sino sobre todo de los profesionales de la ingeniería que intervienen de principio a fin en toda obra pública.
Es inconcebible que ningún profesional de la ingeniería se haya dado cuenta de que algo andaba mal en esa obra. No cabe en la cabeza que ni uno solo se haya percatado de tamaña barbaridad que estaban cometiendo.
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En el campo de las profesiones, existen buenos y malos profesionales; y en el Estado también los hay. Pero es válido hacernos la pregunta: ¿Dónde estaban los profesionales de la ingeniería que participaron en el proceso de la obra de pistas y veredas de Piura? ¿Dónde están los ingenieros que participan en todo el proceso de las obras públicas abandonadas, mal hechas y que se caen a pedazos? ¿Dónde están esos ingenieros que avalaron las defensas ribereñas para cien años, que terminaron durando cien días?
Y una pregunta adicional que cabe hacerse es: ¿Qué hace el Colegio de Ingenieros que no interviene, no les llama la atención o no los inhabilita? Pues brillan por su ausencia. ¿Qué esperanza podemos tener si basta con ver cómo esta institución puede convivir años con una avenida desastrosa que pasa frente a su propio local? Si no hacen nada por mejorar su propio frente, imaginen si van a hacer algo por la ciudad.
¿Qué se debe hacer?
Hago un llamado a la acción, primero, a los profesionales de la ingeniería civil, para que sean ellos mismos los gestores del cambio que se necesita. Pues son ellos los primeros que debieran estar interesados en contribuir al engrandecimiento de su profesión y de nuestra región. Tienen que levantar la voz y no permitir que se vuelvan a repetir estas acciones; por lo que tienen que realizar las observaciones y correcciones en su momento, no deben someterse a presiones ajenas a lo técnico.
En segundo lugar, un llamado a la acción de los ciudadanos a estar más vigilantes y realizar una veeduría de las obras públicas de nuestra región. Todos los piuranos debemos involucrarnos y levantar nuestra voz para cambiar nuestra realidad; porque si no lo hacemos nosotros, entonces ¿quién?
Convertir a nuestra Piura en una potencia regional, es una tarea que nos compete a todos los piuranos. Nadie lo va a realizar por nosotros.