Yo no te ayudé con nuestros hijos
En una entrevista, le preguntaban a una de las más importantes ejecutivas en la historia de Colombia, que cómo había hecho para lograr desempeñarse tan exitosamente en su carrera y a la vez sacar adelante a sus tres hijos. Ella respondió que había tenido mucha ayuda de su exmarido, y padre de sus hijos.
Aunque agradezco que me hubiera mencionado, debo hacer una precisión: yo no la estaba “ayudando” con sus hijos; yo estaba cumpliendo el deber de criar a mis tres hijos con mi exesposa y maravillosa socia en esta tarea. Yo no estaba “colaborando”. Estaba haciendo lo que me correspondía; no le estaba haciendo ningún favor a ella.
Nadie está ayudando a su pareja o a su ex cuando está cumpliendo con sus deberes. Eso es lo que se espera de cualquier persona.
Mientras estuvimos casados, siempre tuvimos claro que nosotros no viviríamos según los llamados “roles tradicionales”. Desde el principio estuvo claro que los dos teníamos que apoyarnos para lograr nuestras aspiraciones profesionales, mientras que conciliábamos esas ambiciones con la experiencia incomparable de criar a nuestros tres hijos.
Ella se sacrificó por mí, dejando a su amada Planeación Nacional, cuando nos fuimos a vivir a Cartagena a trabajar en el grupo corporativo de Shell.
Unos años más tarde, aceptamos irnos a Washington D. C. para que ella ocupara un interesante puesto en el BID, mientras yo me iba a quedar de padre de tiempo completo, proyecto que se canceló cuando supimos que Pablo, nuestro hijo menor estaba en camino.
Al poco tiempo, cedí (no muy contento), cuando ella insistió en que no podíamos irnos a vivir a Nueva York a seguir mi carrera en Pfizer, pues ella no se veía como madre de tiempo completo cuidando niños mientras yo andaba montado en un avión. Y estuvo bien.
Más adelante, viviendo en Cali, ella dejó su cargo como directora de la Fundación FES, para regresarnos a Bogotá para que yo trabajara en el Banco Santander. Tampoco muy contenta que digamos.
A diferencia de muchas otras parejas que se divorcian, nosotros supimos mantener una relación de amistad y de mutuo apoyo que nos ha enriquecido durante más de veinte años. Siempre estaba claro que dentro de esa sociedad de formadores de nuestros tres maravillosos hijos seguiría habiendo una responsabilidad implícita de apoyarnos en nuestras carreras.
Yo vi a mi madre salir a trabajar todos los días de su vida. Desde que se iba en el tren hasta Manhattan a trabajar en las Naciones Unidas; como profesora del colegio donde estudiábamos mis hermanos y yo; su paso por Avianca; y la creación de Buenaventura Travel, su empresa durante más de 35 años.
En mi casa nunca se jugó a los roles tradicionales. Viviendo en San Francisco, mi padre hacía el mercado, cocinaba y lavaba los platos, después de trabajar todo el día como ingeniero en un gran proyecto. La plata no era responsabilidad de uno, no los hijos, ni la casa, responsabilidad de otro. Los dos eran responsables de formar a sus hijos, sostener su hogar, y disfrutar de sus carreras profesionales.
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A lo mejor sería por eso que a mí no me costó trabajo asumir ese mismo rol en mi capacidad de esposo y padre. Creo que mi ex y yo cambiamos pañales la misma cantidad de veces, yo me encargué de las primeras comuniones, siempre logramos ir a las entregas de notas. Si ella tenía un viaje, ese día los niños se quedaban conmigo. Si teníamos que cambiar de fin de semana, se hacía todo con la mayor flexibilidad.
La ropa se lavaba en una casa o en la otra y se lograba que hubiera uniformes de los tres en las dos casas. Funcionaba bien.
Esta es una sociedad muy machista, y creo que es ingenuo pretender que yo estoy libre de esa influencia. En la medida en la que voy aprendiendo más sobre el tema, voy notando más cosas que debo dejar de lado. (Estoy seguro de que podríamos transformar el mundo si fuéramos más conscientes de lo que es el machismo y de sus efectos perversos en las mujeres y en toda la sociedad.)
Que una mujer brillante, disciplinada y extraordinaria logre hacer una carrera como la que hizo mi ex, no es señal de que vivimos en un mundo de igualdad. Cuando todas las mujeres puedan hacer las carreras que sueñan y vivir la vida que anhelan, ese día seremos una sociedad mejor. La verdadera igualdad no se logra cuando una persona excepcional puede, sino cuando todas pueden, sin tener que ser excepcionales.
Los hombres no somos responsables de que las mujeres puedan alcanzar sus aspiraciones personales. Somos responsables de no estorbarles en ese proceso, y de cumplir con lo que nos corresponde.
Mi hija y mis hijos, ya grandes, son lo que uno quiere que sean sus hijos: personas felices y buenas, trabajadoras, estudiosas y bien rodeadas. Y me enorgullezco cuando veo cómo toman decisiones trascendentales de sus carreras conciliando los intereses y ambiciones de sus parejas.
Mi socia y gran amiga es mi exesposa, a quien admiro y quiero.
Pero no quiero que piense que yo le estaba haciendo ningún favor. Yo no le estaba ni “ayudando” ni “colaborando”. Ella es una brillante ejecutiva y una madre amorosa. El mérito es solo suyo.
Yo estaba haciendo lo que todas las personas tienen que hacer con su pareja (o expareja), independientemente del género: cumplir como iguales ante las responsabilidades de la familia y apoyarse en sus aspiraciones profesionales y personales. Sabiendo lo que sé hoy en día, seguramente lo hubiera podido hacer mejor.
Yo traté de cumplir con lo que me correspondía. Estaba haciendo lo que había visto en mi casa toda la vida.
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2 añosQue buena descripción del trabajo en equipo por el bienestar del mayor proyecto que emprendemos cuando decidimos casarnos, indudablemente en el camino podemos encontrarnos que con nuestras parejas hemos decidido caminar senderos diferentes por las razones que sean, pero por encima de todo están los hijos y no todos asumen esa tarea con la madurez y la responsabilidad que ello implica bajo esa nueva realidad para que nos podamos sentir orgullosos que los hijos que criamos le aportan de manera diversa a la sociedad en la que habitan. Nuestra sociedad esta gravemente afectada precisamente por las carencias emocionales y los malos manejos que damos a los que están bajo nuestra responsabilidad de crianza y orientación.
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2 añosDe acuerdo!! Responder y ser accountable no es ayudar, es hacerse cargo con el otro de un resultado deseado compartido. Aplica para todo, también para el trabajo y las empresas.
Subgerente en Construcciones El Triangulo Cia. Ltda
2 añosAsí es
Director
2 años👏 👏 👏