El miedo a perder

¿Por qué nos cuestan tanto las pérdidas? ¿Por qué solemos darle más peso a lo negativo que a lo positivo? Si tuviera que analizar mis decisiones en pérdidas y ganancias prefiero llamarlas experiencias.

Pero ¿Por qué vemos una experiencia no tan buena de manera más significativa? Acorde a D. Kahneman “las pérdidas pesan más que las ganancias” a través de un simple ejemplo de monedas: en el que al salir cara perderíamos 100 euros y si saliera cruz ganaríamos 150. No nos resulta tan atractivo y tendemos a no participar, debido a la pérdida psicológica que 100 euros representan para nosotros.

Este sesgo, junto a otros factores determinan si conservamos algo, o por el contrario nos arriesgamos y lidiamos con las consecuencias de la pérdida de este. Es válido, decir que estar en nuestra zona de confort nos aporta una estabilidad y fluidez que necesitamos, pero me pregunto: ¿Qué posibilidades se han ignorado por comodidad? ¿El cambio es siempre una perdida? ¿La estabilidad es sinónimo de seguridad?

Colocando el foco en mi experiencia, perder no ha sido mal, al contrario, me parece que en cada “pérdida” ya que en su momento la consideré así esta no era más que un nuevo camino con más experiencia y más herramientas. Desde la perdida de una oportunidad laboral, de un proyecto, la pérdida de un cliente y así muchas otras.

Para finalizar, planteo que nuestra aversión a la pérdida nos impide dejar trabajos, carreras o sin ir mucho al plano personal desistir de relaciones que quizás no nos sean completamente beneficiosas. Nos aferramos a lo conocido, reacios a perder lo que ya tenemos, aunque esto pueda limitar nuestro bienestar o crecimiento personal. Sin embargo, hay formas de vencer este miedo y enriquecer nuestra vida; desde apuntarnos a las clases de música que siempre hemos querido o inclusive intentar ese taller de oratoria para vencer el miedo a hablar en público. Estos pasos, aunque parezcan pequeños nos permiten explorar nuevas oportunidades y desafiar ese miedo a lo perder lo familiar.