El tiempo no es oro. El tiempo es tiempo.
Siempre me ha llamado la atención el crecimiento exponencial de todas las herramientas digitales que facilitan el día a día tanto personal como profesionalmente, frente a los procesos y formas de trabajar, que siguen ancladas en tiempos pasados.
Pero llegó el Covid y lo cambió todo.
En mayo de 2020, el 94% de los trabajadores de todo el mundo vivía en países con algún tipo de restricción de acceso a su lugar de trabajo.
Ya nunca más serán las cosas como eran antes. Una vez que termine el año 2020, tendremos que reinventarnos, no hay escapatoria, en el año 2021 la vida será distinta.
Adiós a las jornadas leoninas, adiós a aquellos que conseguían ser promocionados a base de calentar la silla, adiós a dejar intereses personales por carecer de tiempo, adiós a hacer el tetris entre tu vida personal y profesional.
Tenemos que dar la bienvenida con los brazos abiertos a la flexibilidad en todos sus aspectos.
Personalmente, he de reconocer que tengo curiosidad que harán ahora los calienta sillas, y esas empresas que valoran a sus empleados por su presencia incondicional en las oficinas. ¿Cómo sobrevivirán? ¿Se transformarán?
Estamos ante la extinción de medir a los empleados por esos parámetros, ahora la consecución de los objetivos y el trabajo en equipo cobrarán más protagonismo que nunca.
Se ha demostrado que, para la empresa, estas medidas de flexibilidad tiene consecuencias muy positivas, a saber: aumento de la productividad por el aprovechamiento del tiempo, aumentando a su vez la eficiencia la efectividad y la competitividad.
¿Cuáles serán los primeros resultados que veremos? Para empezar, se verá reducida el absentismo laboral, la localización del trabajador será irrelevante, y sobre todo habrá una disminución muy importante de los costes fijos relativos al mantenimiento del centro de trabajo.