La misión
Estas últimas horas, en nuestra vecina Francia se han producido altercados de orden público de tal relevancia que las cifras de un fallecido y cientos de heridos y detenidos por los incidentes muestra bien a las claras que algo ocurría en la grand France.
Y lo que ocurría es que se ha anunciado un incremento de unos céntimos en los impuestos que gravan el precio de los combustibles. Y el ciudadanos francés se ha echado a la calle.
Aquí en España, incluso los movimientos independentistas, golpistas, rebeldinosos y anticonstitucionalistas ellos, no alcanzan estas cotas de virulencia ni sus consecuencias, afortunadamente, son tales.
Y la pregunta es: ¿porqué un ciudadano francés se rebela y uno español claudica?
Las razones son diversas, pero dos ejes son esenciales para comprender el borreguismo patrio cuando precisamente el toro bravo simboliza "lo macho" que es un español. Estos ejes son: la Monarquía y la Iglesia Católica.
Ambas instituciones, seculares, mantienen en su ADN dos rasgos básicos que, aderezados con excomuniones, decapitaciones u hogueras, han sembrado entre los habitantes de la piel de toro una sumisión enfermiza que, al norte de los Pirineos, otros erradicaron con la revolución y el protestantismo.
España, ajena a los grandes movimientos europeizadores de los ciudadanos europeos de los últimos siglos, sigue encerrada en su anacrónica convivencia donde los poderosos oligarcas campan a sus anchas con el beneplácito de las mayores instituciones del Estado y de la Iglesia, mientras que sus ciudadanos desertan de los valores fundamentales del ser humano: la libertad y la dignidad de todo nacido.
¿QUIERES SABER CUALES SON ESOS DOS RASGOS?