Liderar equipos de trabajo

Liderar equipos de trabajo

Liderar equipos de trabajo requiere capacidad de mando y de delegación pertinentes. Si lideramos de forma correcta un equipo podemos alcanzar las metas que nos propongamos, en cambio si no podemos dirigir un equipo va a ser complicado que alcancemos las metas del equipo y puede que incluso provoquemos perdidas a la organización.

LIDERAR DE UNA FORMA EFECTIVA

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Si ya de por si liderar un equipo puede ser complicado, hacerlo bien puede ser muy extenuante. Aunque existen algunas estrategias que nos pueden ayudar.

ENFOQUE DIRECTO

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Recordemos que trabajamos con personas, cada una con sus propias necesidades, peculiaridades, talentos y habilidades. Un buen líder debe saber conjugar la comunicación individual con la comunicación grupal, eligiendo un canal u otro dependiente de con quien nos comuniquemos, del mensaje y del momento.

La comunicación es esa vía por la que se transmite información. Así que, mientras mejor esté diseñada, más efectiva llega a ser; y podremos mantener conversaciones constructivas con cada miembro del equipo y que sirvan para que den lo mejor de ellos, llegando a acuerdos y estableciendo metas claras y alcanzables. Dejando a un lado aquellas prácticas con las que simplemente se exige a los colaboradores alcanzar un objetivo para una fecha determinada, sin pararnos a analizar si es concretable o a analizar la fatiga laboral que estamos provocando.

DAR RECONOCIMIENTO

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Un buen líder sabe agradecer y reconocer el trabajo de los demás. Además, se agradece de forma empática, poniéndose en el lugar del otro y señalando aquellos puntos que más le han costado o de los que está más orgulloso.

En cualquier grupo de trabajo es importante establecer diálogo multidireccional en el que se mantengan conversaciones positivas y directas que permitan escuchar, motivar, aportar seguridad y reconocer los méritos de cada miembro de una forma constructiva.

TRATAR CON METAS Y OBJETIVOS

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Alcanzar cualquier meta requiere que completemos progresivamente pequeños objetivos que nos acerquen poco a poco a dicha meta. De esta forma evitamos caer en un limbo donde no sabemos que tan cerca, o que tan lejos, estamos de nuestra meta. Además, establecer pequeños objetivos evita a que caigamos en una zona de confort, y nos ayuda a inspirar y motivar con mayor claridad.

Podemos establecer fechas periódicas para revisar el avance del grupo y también de cada colaborador, esto nos llevará a terminar algunas actividades y empezar nuevas. Lo importante es evaluar que avances se han conseguido y que debería haberse conseguido y no se ha logrado, además de proponer soluciones para aquellas actividades en las que el trabajo vaya demasiado lento o exista algún bloqueo.

GESTIÓN DEL CONFLICTO

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Esperar que los conflictos se resuelvan solos o que simplemente desaparezcan, perjudica a la cohesión de cualquier grupo, ya que los conflictos no sólo no se arreglan solos, sino que es probable que empeoren con el tiempo.

Si un conflicto no se resuelve se encona, afecta a la creatividad individual y del grupo, no sólo para la actividad que se esté realizando en ese momento, también para futuras actividades. Por lo que es importante no dejar que cualquier conflicto que surja, empeore.

Los desacuerdos son inevitables, pero no necesariamente deben escalar y generar conflictos Un buen líder encara los desacuerdos o el conflicto y propone soluciones, o al menos motiva a los involucrados a encontrar una solución.

GESTIONAR EL DÍA A DÍA

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También debemos considerar que la rutina, la monotonía puede ser un virus que afecte la motivación de cualquier equipo. Un buen líder conoce el talento y la habilidad de sus colaboradores, con que experiencia y conocimientos cuentan para cumplir con lo que se les asigna. Asignar actividades y responsabilidades de forma que se alineen con la habilidad de cada colaborador ayudará a disminuir las posibilidades que exista frustración y el equipo pueda trabajar de una manera más armoniosa.

Algo que podemos hacer para romper con la monotonía, es realizar pequeños cambios entre las actividades de los colaboradores, para que no acaben por aburrirse y no se afecte la productividad del equipo. Esto no implica aplicar cambios radicales o cambiar a los colaboradores de equipo o de área, sino que se trata de hacer pequeños ajustes que provoquen un interés constante por parte de los colaboradores.

CONCLUSIÓN

Liderar equipos de trabajo no es una tarea sencilla, y menos si queremos hacerlo lo mejor posible. Cada equipo y cada persona es única por lo que en cada caso surgirán detalles únicos y se podrán resolver con estrategias específicas, aunque espero que estos puntos puedan servir como punto de partida para organizar equipos de trabajo.

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