¿Qué es la felicidad?

¿Te lo has preguntado alguna vez?

Y con esto lo que quiero lograr, en realidad, es hacerte pensar si alguna vez te has detenido a definir formalmente el concepto felicidad, así como si tuvieras que redactar una descripción precisa para un diccionario.

¿Lo has hecho?

Lo más probable es que no y no pasa nada, porque para sentir felicidad no hacen falta definiciones exactas ni escrupulosas. Todos de alguna u otra manera sabemos cómo se siente estar feliz.

Usamos la palabra felicidad para describir emociones positivas –alegría, armonía, tranquilidad, calma, paz, euforia, satisfacción- y usamos las expresiones “me siento feliz” o “soy feliz” en diferentes maneras y situaciones. Por ejemplo, si hacemos una evaluación de nuestra vida en general y concluimos que ésta va bien expresamos “soy feliz”. Algunas veces decimos “soy feliz” porque así soy yo, la felicidad es un rasgo de mi personalidad, así vengo de fábrica. También usamos la palabra felicidad para representar la emoción momentánea que detona un evento particular como “celebré mi cumpleaños con todos mis amigos, ¡qué felicidad!”. O también podemos usar este término para describir a una experiencia sensorial, “el calor del sol en mis brazos me hace sentir feliz”.

Ante la tarea de explicar el significado de felicidad con frecuencia recurrimos a cosas que nos hacen sentir felices, por ejemplo, “unos cuantos libros, unos cuantos viajes y unas cuantas chelas” o describimos estados emocionales que generan esa sensación de felicidad “estar en paz conmigo misma, hacer lo que me gusta, estar en armonía con la gente que quiero, tener salud, disfrutar el momento presente, aceptar la realidad, ponerle buena cara al mal paso”. Todo esto produce felicidad, pero no es una definición del concepto de felicidad.

Las personas no necesitamos una definición de felicidad para sentirla o saber qué nos hace sentir felices. Pero para medirla, estudiarla y descifrarla, los investigadores y académicos sí necesitan una formalísima definición, de lo contrario andarían por el mundo explorando cada quien una cosa distinta.

Es así que la ciencia decidió ponerse de acuerdo bajo la siguiente definición: “La felicidad es el grado en que una persona evalúa la calidad de su vida en general como favorable” o es “el grado de satisfacción que una persona obtiene de sus circunstancias personales”. En la primera definición la palabra clave es “evalúa”. La felicidad desde un punto de vista académico es una percepción y es subjetiva. Incluso, el nombre científico de la felicidad es Bienestar subjetivo.

Dado que la felicidad depende del grado de satisfacción que una persona obtiene de sus circunstancias personales o de la evaluación que hace de su vida en general, la felicidad es entonces algo muy flexible y relativo. Algunas personas pueden ser felices con muy poquito y bajo condiciones de vida objetivas muy complicadas; mientras que otras, son poco felices teniendo en apariencia de bienes y privilegios casi todo lo que se puede desear. En este sentido, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la felicidad depende de la calidad del lente con que observa cada espectador.

¿Y a ti qué te dice tu lente sobre el grado de felicidad en tu vida?

Te dejo pensando en la pregunta anterior y con un ejercicio que te ayudará a explorar qué tan feliz eres:

Tomando en cuenta todos los aspectos de tu vida en general (Familia, amigos, trabajo, hobbies, salud, etc.) en una escala del 1 al 10, donde 1 es nada feliz y 10 es muy feliz, ¿Qué tan feliz te consideras y por qué?





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