Y tú ¿repartes o imputas?

Y tú ¿repartes o imputas?

En el cálculo de costes creo que hay dos conceptos (puede que no palabras) que son muy importantes, pues se refieren a dos formas muy diferentes de calcular los costes de un Producto o Servicio, y que he denominado: "Repartir" e "Imputar".

Como indicaba arriba, puede que las palabras que utilizo sean arbitrarias, pues unas definiciones según la RAE (las que he visto más relacionadas con "costes") de ambas son:

  • Repartir: Cargar una contribución o gravamen por partes.
  • Imputar: Señalar la aplicación o inversión de una cantidad.

Que no son muy diferentes desde el punto de vista académico. Pero yo me quiero referir a dos conceptos que se utilizan en el cálculo de costes (y que yo intento representar con estas dos palabras).

Si yo conozco el consumo de un determinado material o recurso que se utiliza en elaborar un producto o prestar un servicio, y valoro su coste, yo diría que he "imputado" el coste de ese recurso a ese producto. Así, si sé que he consumido 100 gr. de Polietileno para hacer un envase y el polietileno cuesta 2 euros el kilo, puedo "imputar" 0,20 euros (0,1 x 2) a cada envase que produzca en concepto de esta materia prima.

Sin embargo si sé que mi factura de la energía eléctrica de un mes son 10.000 euros y esa energía se dedica a las maquinas que fabrican los envases. Si sé que he producido 1 Millón de envases en ese mes, podría "repartir" la energía eléctrica a los envases, correspondiéndole 0,01 euros (10.000/1.000.000) a cada uno en concepto de energía eléctrica.

El resultado que se obtiene puede parecer similar, pero la realidad es que es muy diferente, sobre todo si en esas máquinas se fabrican envases diferentes a lo largo del mes, y cada tipo de envase tiene un consumo de energía diferente (que desconozco concretamente).

Un ejemplo más "de andar por casa" sería. Si salgo con 4 amigos a cenar, cada uno pide un plato diferente, pero en el momento de pagar decidimos pagar "a partes iguales", estaríamos repartiendo el coste de la cena entre todos. En cambio, si decidimos que cada uno va a pagar el coste del plato que ha pedido, estaríamos haciendo una imputación del coste de cada uno. En el primer caso si la cena ha costado 160 euros, todos pagaríamos 40 euros, pero en el segundo si yo he pedido un rape de 40 euros pagaré más que el que pidió una ensalada de 12 euros. Como en el caso del envase, si todos pedimos lo mismo para cenar no habría diferencia en el cálculo, pero cuanto más diferentes sean los precios de los platos más diferente será el resultado.

Y ahora veamos que utilidad tiene esto. Si yo imputo los costes (es más laborioso el cálculo y necesito recoger el precio o consumo individual de cada producto o servicio) tendré un valor "más cercano a la realidad" que si hago repartos del coste de esos consumos (sobre todo si los hago por unidades totales producidas o facturación de esas unidades). Ese dato, más cercano a la realidad, me permitirá tomar mejores decisiones. Si tengo que estimar cuanto va a ser el coste de electricidad para una determinada producción de cada tipo de envase, voy a ser capaz de obtener un valor más aproximado al que tendré, sabiendo la imputación que he hecho de cada consumo a cada producto (que si hago un calculo proporcional).

En el ejemplo de la cena de amigos, si sé que este fin de semana hemos quedado a cenar solo 3 amigos, si es habitual que paguemos con imputación del coste de cada plato, sabiendo qué amigo faltará podré estimar mejor cual será el coste total de la cena. Si lo habitual es que paguemos a partes iguales, el estimar el coste proporcionalmente al número de comensales sobre la cena anterior, no coincidirá probablemente con el coste real que tendrá (la estima siempre me dará el mismo valor y el coste real va a depender mucho de qué amigo sea el que falte).

El reparto suele ser más sencillo de calcular que hacer la imputación, pues no necesito recoger los consumos de cada recurso para producir cada producto o servicio. Sin embargo la información que obtengo (el coste en este caso), va a ser menos exacto y por tanto las decisiones que base en esa información van a ser también peores.

Conozco casos en que se reparten hasta 3.000 costes diferentes (sí, 3.000 conceptos de coste) para cada producto. Con una "precisión" de hasta la diez milésima de euro (sí, diez milésima, con 4 decimales), y con ello se tiene una sensación de tener una exactitud en el coste obtenido enorme. Pero la realidad es que se ha repartido cada uno de ellos entre la producción del día, de la semana o del mes, de forma uniforme para todos, haciendo que realmente lo único que has obtenido es un cálculo poco real, pero con muchos decimales.

Mi opinión es que es mejor tener menos precisión, pero que los costes, a través de "imputaciones" (como las he llamado yo) sean más cercanos a la realidad.

¿Qué opináis vosotros? ¿conocéis casos en que se utilicen mayormente "repartos" y que se piense que ese 4º decimal realmente refleja una diferencia en la realidad?

Alberto Vidal Arán

Global Planning & Service Manager - (ADE/MSCM/MBI/TPMBA)

1 año

Totalmente de acuerdo contigo Jose Carlos Gutierrez y sobre todo en el último párrafo que resumiría como que el nivel de precisión debe ser relacionable con el esfuerzo dedicado y el beneficio obtenido. El fin último ha de ser poder tomar decisiones correctas y ágiles, anticipadas y basadas en criterios objetivos. Una buena contabilidad de costes, sin duda ayuda.

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