Cinco años y un día
A veces los recuerdos de Facebook te llevan a momentos de tu vida que son difíciles de olvidar. Hace unos días, al entrar en la aplicación me llevó a 2016, noviembre. Un fin de semana cualquiera de otoño de una familia con un bebé de 7 meses y un niño de 5 años. Una familia normal que pudo dejar de ser normal.
Aquel fin de semana teníamos una agenda apretada: cumpleaños infantil, compras, trabajo… Y yo, que había vuelto de mi baja de maternidad hacía unas semanas, creía que lo tenía todo bajo control. David, mi compañero de vida y la persona que mejor me conoce, me insistía “baja el ritmo, estás muy estresada, baja el ritmo”. Yo no escuchaba. Pensaba que todo era cuestión de planificación. Los lunes lavadora, los martes compra, miércoles, jueves… y así llenaba mis días. Todo aderezado por una dieta que empecé para bajar los kilos del embarazo. No podía soportar acostarme con la cocina sin recoger, me sentaba en el sofá a descansar y mi mente me decía “pues llevas 10 minutos y no se nota que has descansado…”
Y así llegué al fin de semana. Fui a la carrera Ponle Freno a trabajar aunque me vestí como una corredora (nuevo error). Frío, cansancio tras una noche con el bebé reclamando comer de noche, empecé a notar cosas extrañas. Cuando se entregaban los galardones me di cuenta de que veía la mitad de las caras de las personas y pensé… “qué mal han puesto el escenario este año”. Luego, Patricia, mi compañera, me decía “estás escribiendo raro los tweets” y yo pensaba “deben ser los guantes”. Hacía frío y me dolía la cabeza.
Acabé, recogí el coche en el parking de la calle Velázquez y volví a casa. Al llegar David me preguntó una cosa y yo no pude contestar. Sólo balbuceaba. Modo pánico ON. Me senté, me duché y medio cuerpo se me durmió… David me cogió a mí y a los niños en pijama (7 meses y 5 años) y al hospital. Pruebas, análisis, miedos… Podía volver a hablar y a moverme sin problemas. Tras dos días de pruebas diagnóstico: migrañas con aura por estrés. Os aseguro que mi percepción de la vida cambió.
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Desde entonces han pasado 5 años, cinco años y un día. No tengo menos estrés que entonces pero he aprendido (o creo) a escuchar a los que me rodean y a mi cuerpo. Hay que asumir que una no puede con todo, que si la cocina está sin recoger no pasa nada. Aún estoy intentando aprender a descansar, a perdonarme a mi misma si un día no salgo a caminar, no voy al gimnasio, como algo que no debo y, sobre todo, a premiarme.
La estabilidad emocional de las personas está muy unida a la salud física (la psique y el físico). Yo lo aprendí gracias a un susto, serio, pero susto. Tuve que ponerme manos a la obra e incluso gracias a la ayuda que he tenido he controlado importantes brotes de dermatitis que arrastraba desde hace décadas.
Hoy comparto esta experiencia porque creo que tenemos que escucharnos y levantar el pie del acelerador. Asumir que no somos peores ni más débiles porque sintamos la necesidad de parar, por no ser perfectos. Mi principal enemigo en esta batalla era, soy, yo misma. Sigo en la lucha porque así es la vida, una carrera de fondo, una hermosa carrera de fondo.
Digital Product Manager Portales AXA & Mobile Manager
3 añosMucho ánimo compi, hay cosas que nos ocupan t otras que nos preocupa
Entrepreneurship, Digital Economy and Open Innovation/ Leader WITH
3 añosGracias por compartir, bella. Es muy importante lo que has hecho. A mi me has convencido, que estoy en el mismo lugar que tú hace 5 años y que nunca termino de tomármelo en serio, ni siquiera después de lo de Mar. Otra vida es posible. Beso enorme
Responsable Nacional Arquitectura y Desarrollo de Red Canal Agentes en AXA Seguros España
3 añosEres grande Gema. Un abrazo
Head of Internal Investigations, Certified Fraud Examiner (CFE)
3 añosGracias Gema por tu valentía y por compartir esta experiencia. Comparto totalmente tus conclusiones. Debemos saber escuchar, cuidarnos y saber parar antes de que sea demasiado tarde. Un fuerte abrazo
Marketing & Communication Manager | Gransolar Group
3 añosAmiga, cómo te entiendo. Los llamados niño del 'me aburro' hemos crecido en la vorágine de tener que estar haciendo ALGO las 24 horas del día. El problema es cómo definimos ese 'algo'. Sentarse en un banco del parque a observar los pájaros, quedar con un amigo/a a tomar un café o mirar las olas al borde del mar también es algo. Y ese algo, desde luego, es mucho más provechoso para nuestras cabezas. ¡Mucha fuerza!