¿Cuál es el ROI de un Happiness Program?
La felicidad en el trabajo está empezando a ser reconocida como un factor importante en la productividad de las personas. Si bien como organización no podemos incidir en los niveles de felicidad de nuestros colaboradores fuera de la oficina, ya que cada uno tiene sus propios sistemas de vida que los influencian de acorde a la gestión interna de cada persona, si podemos ayudar para que su sistema laboral, sea algo que eleve sus niveles de satisfacción y energía.
Tal Ben-Shahar es un profesor y escritor especializado en Felicidad, hace algún tiempo fue profesor de un curso electivo en Harvard llamado “En Busca de la Felicidad”, que tuvo tal impacto que el curso llegó a tener tal afición que generó lista de espera y lo catapultó a ser considerado como el gurú de la felicidad de Harvard.
En sus investigaciones, determinó que las personas promedio se desempeñan laboralmente en un 70% de sus posibilidades, pudiendo liberar el restante 30% si logra elevar su nivel de felicidad.
Este es un dato considerable, elevar nuestros niveles de felicidad no solo generaría una sensación de plenitud y satisfacción personal, sino que también podríamos aumentar hasta un 30% nuestra capacidad productiva si adoptamos los hábitos correspondientes para ello. Vamos, que es la alquimia real.
Cuando alcanzamos este umbral emocional que llamamos felicidad segregamos neurotransmisores, como endorfina y dopamina, que nos llenarán de energía como si de café se tratara y nos harán impulsar nuestro rendimiento físico y cognitivo.
Harvard Business Review y Gallup ya han medido el desempeño de un grupo de personas en coyunturas felices y de baja felicidad y los estudios muestran una diferencia del 31% en productividad, del 37% en ventas y 300% en capacidad de innovación. Además, las investigaciones arrojan que la felicidad en el trabajo contribuye con una reducción del 23% en manejo del estrés y del 44% en rotación laboral.
Estamos en una época en la que casi nos obligan a ser felices, la publicidad nos genera esa dependencia a estados óptimos de emocionalidad constante. Pero la cosa no va por ahí, no se trata de elevar picos emocionales intensos, sino de modificar nuestra interpretación de lo que vivimos y rodearnos de entornos positivos y que nos brinden potencial crecimiento.
Según la doctora Sonja Lyubomirsky, nuestra genética determina un 50% de nuestro nivel total de felicidad, es el que no podemos cambiar, pero el otro 50% si lo podemos aumentar, y está determinado por nuestro entorno, nuestros logros y momentos de disfrute y valoración de lo cotidiano.
Mientras más amigable sea nuestro entorno y mientras más hagamos aquello que disfrutamos, más felicidad seremos.
Desde luego no es obligación de las empresas intentar hacer felices a sus colaboradores, pero si logran que el entorno laboral sea amigable y alineado hacia el bienestar del ser humano, aquellos verán incrementada su productividad.
Es decir, al cierre del periodo fiscal, los indicadores internos de logro evidenciarán la tendencia de la curva de la eficiencia productiva, a razón de haber implementado un programa de Felicidad Laboral.
¿Cómo podemos empezar a implementar un programa de felicidad laboral?
- La interpretación es clave. Se debe deconstruir las certidumbres individuales para que el todo se vuelva a cero y empezar a interpretar nuestras situaciones de una manera positiva. Se cambian los pensamientos raíz, que generarán nuevos hábitos y nuevas actitudes.
- Abrir canales de comunicación dualistas, para que los colaboradores y líderes puedan retroalimentarse mutuamente.
- Programas de Gestión Emocional. Los problemas y las crisis no van a desaparecer, pero si podemos modificar nuestra reacción instintiva hacia ellos.
- Empatía laboral. Si los colaboradores no sienten confianza de contarle a sus superiores sus problemas personales de manera desinteresada, falta mucho por implementar.
- Home Office. Se está haciendo en varias empresas, es un muy buen comienzo para la futura descentralización laboral.
- Flexibilidad. Se trata de llegar a un objetivo planteado por la empresa, pero la forma de hacerlo debe estar bajo el criterio de quien realiza la labor. Para ello es necesario crear programas de liberación de confianza.
- Capacitaciones en Happiness Management. En las que se forme a los colaboradores a practicar el agradecimiento, desapego, establecerse objetivos de vida, altruismo y filantropía, evitar el perfeccionismo, superar miedos, práctica de la proactividad y etc.
- Políticas de impulso del humor. La oficina no tiene porque ser aburrida, debemos soltar aquellos viejos paradigmas que nos hacían ver a quien más se reía como menos serio o productivo. Se puede implementar días temáticos, almuerzos de talento, talleres de clown, etc. La lista es interminable.
Es la felicidad la que lleva al éxito, no al revés. El ROI de implementar políticas y programas de felicidad se verán graficados en los indicadores de rendimiento.
La felicidad es una actitud de viaje. No es un destino. Es enfocarse más en el ser y menos en el tener.