LA EDUCACIÓN BIEN ENTENDIDA EMPIEZA POR UNO MISMO
«La mejor manera de ayudar a un niño es ayudar a la familia entera».
José Antonio Marina
En mi últim o post (sábado 4/5/2024) en la newsletter «La vida es sueños»...
... cuento que desde hace tiempo considero que uno de los pilares de mi vida es la maravillosa relación que mantenemos mi esposa y yo después de la friolera de 36 años, y sin duda opino que, a nuestra hija, le ha ayudado mucho en su desarrollo tanto personal, como académico y profesional.
A buen seguro, que existen otros modelos familiares de éxito, pero sería conveniente no pasar por alto la afirmación categórica de JAM, que encabeza este post: «La mejor manera de ayudar a un niño es ayudar a la familia entera». Y es que como cuento en Educada mente, la educación bien entendida empieza por uno mismo:
La educación bien entendida empieza por uno mismo
«Podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres».
John Wolfgang Goethe
Antes de que naciera nuestra hija (1999), además de emprendedor y profesor universitario a tiempo completo de diversas asignaturas numéricas como matemáticas, estadística, etc., me dedicaba a escribir artículos de crítica literaria, narraciones cortas, e incluso estaba a punto de terminar una novela. Si por razones obvias no podía abandonar mi trabajo (era con lo que pagaba las facturas), sí que aparqué las letras, para empezar a leer libros dónde descubrir cómo educar niños o niñas felices, y así poder cumplir mi promesa para con Marta.
Enseguida me percaté que la felicidad depende poco de nuestras circunstancias externas, y mucho más de lo que se cuece dentro de nuestra mente. Aquellas personas que la tienen bien amueblada alcanzan la vida plena, tienen más éxito y atraen la suerte, mientras que aquellas cuyo carácter aprendido presenta aspectos disfuncionales suelen amargarse gratuitamente su existencia, no llegan nunca al máximo de su potencial y no consiguen dar con la mejor versión de sí mismos. Si hasta entonces había sido un traficante de conocimiento, debía a partir de ese momento convertirme en un «decorador de interiores psíquicos».
Y es que si triunfamos en la vida no es por nuestro currículum, ni siquiera por nuestro físico, sino por nuestra manera de ser. Así, por ejemplo, el día que conocí a mi mujer, no le mostré ni mi título universitario, ni por supuesto le resolví un par de integrales difíciles para impresionarla; y es evidente que, ni siquiera de joven, era un tipo que hace caer de espaldas a las mujeres. Pero soy jovial, procuro ser amable, y al haberme enamorado locamente de ella, inconscientemente, le mostré mi mejor «yo» posible…
CONSEJO Nº 24
Educar es la gran oportunidad para que te decidas a ser tu mejor versión. Cuando te plantees la paternidad es un buen momento para reinventarte, por ejemplo, gracias al Coaching Neuro-Caligráfico.
Por lo tanto, para cumplir la promesa formal que le había realizado a nuestra hija, tenía que, a través de la educación, moldear su carácter.
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Muchos padres procuran hacer felices a sus hijos con lo que les «dan». Son (somos) víctimas de la sociedad de consumo, que difunde la falacia de que el bienestar se basa en el «tener», cuando en realidad nos lo jugamos todo en el «ser».
Repito: nos equivocamos cuando pensamos que lo importante es «tener» para «ser». Nos autoengañamos, por ejemplo, al decirnos que en cuanto tengamos un piso, una pareja estable, un título o un coche, seremos felices. Funciona justo al revés.
De manera que la clave es educar (o reeducar, si ya somos adultos) nuestra manera de ser.
Pero, ¿cómo hacerlo?
El periplo investigador hasta dar con la clave de la educación del inconsciente lo he contado en algunos de mis libros, y resultaría tedioso traerlo a colación aquí. Sólo te diré, estimado lector, en aras de no repetirme y sobre todo de no hacerme pesado, que he leído más de 1.000 obras de neurología, psicología positiva, desarrollo personal, etc., he rastreado por Internet infinidad de artículos científicos, y he llevado a cabo un experimento pionero, en el que he mostrado cómo grafotransformando la escritura de las personas, empleando la autosugestión pedagógica, y reenfocando su atención, se mejora la inteligencia emocional de las mismas, y en consecuencia su manera de ser, en un 300% de promedio.
CONSEJO Nº 25
Si deseas educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos recuerda la reflexión de Karl A. Menniger: «Lo que el maestro es, es más importante que lo que enseña», de manera que transfórmate tu primero en alguien feliz, inteligente, bueno y creativos».
Con tus hijos sigue la estrategia de “las máscaras de oxígeno en los aviones”
«El hacer el padre por su hijo es hacer por sí mismo».
Miguel de Cervantes
Consecuentemente, en cuanto a la educación de los hijos todos deberíamos adoptar la estrategia de «las máscaras de oxígeno en los aviones para casos de emergencia», que podríamos parafrasear de la siguiente manera: «Buenos días, Sras. y Sres. pasajeros, cumpliendo normas de Aviación Civil vamos a efectuar una demostración sobre la localización y uso de Salidas de Emergencia, Chalecos Salvavidas, Máscaras de Oxígeno y Cinturones de Seguridad. (...) Si viaja acompañado de menores colóquese Ud. primero la máscara para a continuación poderles auxiliar»
Es decir, que si de verdad queremos educar niños y niñas de vida plena antes debemos reeducarnos nosotros para alcanzar una existencia realizada, ya que de lo contrario nos va a resultar imposible. Como padres, debemos ayudarnos a nosotros mismos a mejorar nuestra manera de ser porque los hijos aprenden sobre todo por emulación: andan como lo hace papá o mamá, hablan como ellos, y hasta ponen las mismas caras.
Gandhi aconsejaba ser el cambio que uno desea ver en el mundo. Si realmente aspiras a educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos, y consideras que tú todavía no posees alguno o ninguno de estos atributos, abandona ya la lectura de este libro y lee primero Manual Mente: cómo reinventarte con la nueva herramienta de la Programación Neuro-Caligráfica, para revertir esta situación.
Hace años, nuestra hija era todavía un bebé, asistí a una conferencia que versaba sobre cómo tienen que desayunar los críos, y me percaté que mi dieta matutina era nefasta, de manera que me convencí de que, en primer lugar, tenía que ser yo quien adoptara unos hábitos nutritivos correctos si quería que, con el tiempo, nuestra hijita inconscientemente se alimentara bien.
Y la clave radica en el inconscientemente, es decir, sin darse cuenta. Cuando nos amargamos la vida, aunque pensemos que está justificado por una u otra circunstancia externa, casi siempre responde a un esquema mental disfuncional, que se dispara de forma automática gracias a un resorte todavía hoy desconocido pero que sabemos a ciencia cierta que existe, puesto que no vemos la vida como es sino como somos.
CONSEJO Nº 26
Si deseas ser un buen educador del carácter de tus hijos, «sálvate» tu primero. Mejora tu autoconcepto y tu autoestima; desarrolla tu optimismo; trabaja tu perseverancia; adiestra tu gestión emocional; aumenta tu extraversión y tu empatía; e incrementa tu proactividad, tu paciencia y tu gratitud. En Manual mente, te muestro como puedes hacerlo entrenando tu caligrafía tan sólo 15 minutos diarios durante un máximo de nueve meses.