Palo y zanahoria
El temido tiene motivos para temer.
Lucio Anneo Séneca
Todo parece indicar que el uso de las redes sociales no sólo servirá para evaluar lo que otros hacen, sino también cómo lo hacen. La reputación y el prestigio se han vuelto cualidades más perecederas y por lo tanto han incrementado su valor.
La sabiduría fue dejando paso al conocimiento, el conocimiento cedió ante la información y ahora la información ayudada por la tecnología se nos descubre como la mejor aliada para que la imaginación moral colectiva no disminuya tanto con la distancia como en otras ocasiones de la historia de la humanidad sucedió.
Al contrario de lo que en su día afirmó el filósofo David Hume hoy la distancia nos une más que nunca en la historia de la humanidad y parece que esto no parará, nunca estaremos menos conectados ni seremos menos transparentes de lo que estamos hoy, al contrario todo apunta a una inmensa "hiper" conectividad total.
Hoy el sentimiento de conexión o de obligación con otras personas con las que trabajamos o colaboramos y las cuales pueden estar a medio mundo de distancia, empieza a ser comparable con el que teníamos con aquellos que tenemos a media sala, media ciudad o medio país de distancia.
Son ya numerosos los ejemplos que acreditan que el comportamiento privado y el público se han vuelto casi indistinguibles. Hoy en día, una mentira, un comportamiento poco ejemplar, una agresión, una conducta inapropiada puede dar la vuelta al mundo varias veces en el tiempo que usted termina de leer este artículo.
Cualidades humanas, hasta hace bien poco consideradas “blandas”- confianza, respeto, transparencia, propósito, reputación, etc.-, de repente y gracias a esta tremenda conexión entre todos y cada uno de nosotros, se convierten en las palancas para promover la eficiencia y la productividad , en definitiva la rentabilidad de los negocios.
En efecto, si nos fijamos con atención observaremos que la mayoría de las habilidades que actualmente requerimos a las personas en nuestras organizaciones son o están estrechamente relacionadas con cualidades humanas -el liderazgo, la orientación al cliente, la toma de decisiones, la creatividad, el trabajo en equipo, etc., habilidades todas ellas que para que puedan ser completamente desarrolladas requieren de un contexto determinado en el que, en todo caso, su puesta en práctica provenga en mayor medida de la inspiración que de la exigencia.
La tradicional receta del “palo y zanahoria”, se queda corta en el nuevo paradigma social y laboral. Ya todos hemos aprendido como en tiempos difíciles las zanahorias se quedan insuficientes a la hora de repartir y no digamos de las limitaciones e incluso consecuencias terribles que pueden llegar a tener el ejercicio de un dirección estrictamente autoritaria que no sepa o no quiera escuchar a quien cada vez más pide expresarse.
En los modelos organizativos que surgen de la transformación digital no caben argumentos profesionales separados entre el discurso y el comportamiento de forma tal que aquellos profesionales que sigan menospreciando o burlando la ejemplaridad de las acciones pagarán un alto precio.
Hoy cualquier empleado insatisfecho tiene medios suficientes a su alcance para su venganza y convertirse en el peor portavoz que una empresa puede desear. De igual forma alguien poco honorable puede ganar credibilidad inmediata mediante una acusación falsa, las acusaciones incluso si son falsas requieren de un significativo gasto en recursos para defenderse de ellas.
Los patrones de cómo conducir nuestra vida personal y profesional, sin haber cambiado en su exigencia moral, son ahora mucho más vulnerables en cualquier entorno pero más si cabe en el profesional. Si bien la cultura del "Compliance" ha extendido la idea de que “mientras no se quebrante la ley” todo vale, este axioma empieza también a vislumbrarse insuficiente para dirigir organizaciones y personas moralmente dependientes en su actuación profesional unas de otras a través de la tecnología que nos une.
Se acabó eso de separar la vida profesional de la vida personal, el comportamiento integral de cada persona en la empresa afectará a la vida de todos los demás componentes en mayor o menor medida y ello obligará a quien esté al frente de estas nuevas organizaciones a buscar maneras distintas de generar conducta y comportamiento si quiere seguir contando con el compromiso de sus empleados y colaboradores.
Las formas tradicionales de poder pierden ya influencia. Ahora la clave esta en que esas cualidades denominadas “blandas”.
Sin duda hay que repensar la gobernanza y la forma de organización tradicional de las empresas. Devolver lo humano al centro del negocio, requiere sobre todo construir culturas organizativas donde se valore al ser humano en sí mismo y su comportamiento. Exige reducir la excesiva dependencia de la gestión tradicional del dar y recibir, del motivar y castigar y buscar calidad y profundidad en las relaciones laborales de forma que se conviertan en lo que verdaderamente son, relaciones entre personas, capaces de generar valor y conectar empresas con clientes, proveedores, empleados, socios y sociedad en general sin perder ni un sólo gramo de responsabilidad y rigor en lo que debemos hacer para crear riqueza.
Inspirar a otros requiere partir de un interés común, de un "sentido de propósito generalizado", hay que encontrarlo y evidenciarlo, no basta ya con presumir que el interés de todos en la organización es el éxito de la empresa. La manera en la que comuniquemos ese interés común, cómo nos conectamos con quien nos rodea, afectará directamente al resultado que obtengamos.
Definitivamente en las organizaciones que llegan, hacer algo y tener éxito será muy distinto a hacer algo y lograr el éxito.
Consultor de R.R.H.H.
5 añosPues sí, el palo y la zanahoria: una imagen muy vieja, pero desafortunadamente todavía relevante en el siglo 21.
Senior Consultant en IfTL - Institute for Transformational Leadership Coach ejecutivo Team Builder
5 añosGran artículo, Gerardo Gonzalez Amieiro. Liderazgo, compromiso y responsabilidad individual... de ahí parte el camino hacia ese interés general que no sólo puede consistir en repetición de titulares cientos de veces oídos. Hay que profundizar en el propósito.